Al ser validada por el Comité de Ministros, con condiciones, la Resolución de Calificación Ambiental (RCA) para el saneamiento de los terrenos de Las Salinas que ocupaban las petroleras, el uso futuro del predio queda a la espera de una definición.

Ante esta realidad, el Consejo de Organizaciones Civiles (Cosoc) de Viña del Mar, organismo integrado por dirigentes vecinales de diversos sectores de la ciudad, ha expresado su molestia por la postura de la municipalidad sobre la materia y emitió una declaración en la cual se denuncia "la falta de presencia, diálogo y respuesta del municipio con las organizaciones sociales". Se afirma que en reiteradas ocasiones se ha solicitado a la alcaldesa "trabajar en mesas de diálogo" con la idea de "construir colectivamente la política municipal, escuchando a los diferentes actores en conflicto, tanto la agrupación un Parque para Las Salinas como a la Inmobiliaria Las Salinas". Agrega el organismo que la ciudad "se encuentra en una crisis profunda, la cual es imposible resolver dándole la espalda a este cuerpo colegiado, a los dirigentes sociales, dirigentes sindicales y gremiales y la comunidad en su conjunto".

Para resolver esta ausencia de participación, el Cosoc propone convocar a un plebiscito sobre el caso Las Salinas, pues señala "no queremos seguir habitando un municipio dictatorial, los dirigentes sociales exigimos ser activos en el desarrollo de Viña del Mar, exigimos no seguir siendo ignorados por la máxima autoridad de nuestra comuna".

Antonia Scarella, concejala independiente pro UDI, comparte esa posición afirmando que "no podemos hacer ciudad sin escuchar a las personas, a todas" y agrega que le parece inaceptable que la alcaldesa no se haya reunido con la inmobiliaria para conocer el proyecto. En tanto, el concejal comunista Pablo González valora la participación ciudadana, pero se muestra "reticente" al plebiscito por las complejidades de su realización.

Indudablemente, el destino sobre ese lugar específico de la comuna es de interés general. Se trata de un gran espacio, 16 hectáreas, que enfrenta el codiciado borde costero y que está situado en la avenida Jorge Montt, importante eje de conectividad con Reñaca y la creciente comuna de Concón. Por tanto, una vez finalizado el saneamiento, el uso del sector exige definiciones en que a la participación ciudadana, de organizaciones vecinales, cámara de comercio, quizás universidades, se deben sumar criterios urbanísticos.

La materia debe abordarse con un criterio amplio, con ánimo de "construir ciudad", dejando de lado cancelaciones de apellidos o de grandes empresas. La tarea de la municipalidad en este momento, siguiendo el planteamiento del Cosoc, es escuchar a todas las voces y facilitar un amplio proceso de participación, donde una herramienta podría ser el plebiscito comunal.

Como psicóloga y perito forense con años de experiencia, sé que es imprescindible que la justicia penal sea condenatoria con los victimarios, pero al mismo tiempo reparatoria con las víctimas. El jueves 8 de septiembre nos enteramos que el Tribunal de Juicio Oral de Valparaíso declaró culpables a los dos hombres que montaron una red de explotación sexual comercial en torno a la residencia Anita Cruchaga en Viña del Mar. Fueron tres meses de juicio, pero desde que iniciamos las primeras denuncias han pasado cuatro años. Las niñas ya son mujeres.

Hoy tenemos este fallo inédito; es primera vez que el delito se llama como lo que es: explotación sexual comercial de menores de edad, y no "prostitución infantil", como se le decía siempre erróneamente. Esto, sin duda, sienta un precedente y nos alegra. Fuimos varios los profesionales que veíamos a las niñas como víctimas y buscamos defenderlas de estos siniestros delincuentes, y debemos sentirnos satisfechos. Pero lo dramático del caso es que muchas de las chicas que declararon en la causa, incluso hoy no se consideran víctimas, aunque les duele hasta el aliento, como canta Serrat. Para sanar una herida hay que verla, saber dónde está, por qué duele. Si no la ves, te hace daño, pero no la puedes curar. Eso es lo que pasó con las adolescentes que fueron explotadas por estos hombres.

Las niñas en residencias de protección con tremendas historias de vulneraciones y abusos, particularmente sexuales, acarrean un nivel de daño tal, que si no son tratadas por la sociedad y todo el sistema de protección con una perspectiva de género, seguirán reproduciendo el nefasto modelo patriarcal. Ese que llevó incluso a sus madres a hacer la vista gorda cuando un padrastro o una pareja ocasional abusó de ellas, que fue en muchos casos lo mismo que les pasó a ellas con sus madres, hoy las abuelas.

Para muchas de estas niñas, triunfar en la vida, salir adelante, es conseguir un hombre que las quiera, armar "familia", quedar embarazadas, ceder a sus deseos. Por ese malentendido amor son capaces de entregarse a otros, si él se los pide. Es un falso consentimiento el que ellas entregan, porque no tienen conciencia del abuso del que son víctimas, ya que su sí está mediado por sus historias de daño, abandono, abuso. Y eso lo sabían los explotadores de las niñas de la Anita Cruchaga.

Con regalos, falso cariño, fiestas, droga, las iban envolviendo en una espiral de manipulación y deterioro. Y el sistema no ayudó a pararlos a tiempo. Porque para actuar en consecuencia con la gravedad del delito, todos -Carabineros, PDI, Cesfam, hospitales, colegios, tribunales, vecinos- debieron entender de inmediato que eran víctimas y no "cabras sueltas" que se portaban mal. Por eso creo que aquí hubo condena, sí, pero no reparación. Y que esas niñas, que hoy son mujeres con distintas suertes (incluida una que tiene un hijo de su explotador y otra que murió de sobredosis en la calle) siguen sin tener justicia.