"El oficialismo debe mejorar su posición negociadora y lograr un acuerdo equilibrado"
Como representante de la bancada del Partido Radical en la negociación constitucional que se retomará hoy en el Congreso, el diputado Tomás Lagomarsino proyecta los principales desafíos del nuevo proceso que se inicia. Al menos está confiado que con el Gobierno fuera de las conversaciones, dedicado a las urgencias, la ciudadanía podrá reencantarse con la necesidad de que el país cuente con una nueva Constitución.
- Desde el plebiscito se ha visto a Chile Vamos más unido que nunca, manteniendo cierto control sobre este nuevo proceso y estableciendo lineamientos comunes. ¿Qué hay del oficialismo?
- Es cierto que hasta el momento Chile Vamos ha tenido una posición fuerte en las negociaciones producto de que ha logrado trabajar como coalición, en contraste con el oficialismo y sus dos almas, que no han logrado tener una posición negociadora en su conjunto que se vea fortalecida. De ahora en adelante, el oficialismo debe hacer esfuerzos significativos para mejorar su posición negociadora y, así, lograr un acuerdo equilibrado.
- ¿Qué sería un acuerdo equilibrado?
- Lo importante es llegar a acuerdos que sobrepasen los 4/7 y en eso hay bastante espacio para que se cedan posiciones y puedan incorporarse los expertos, sin olvidar que no existen los expertos neutrales, dejando espacio también para que se desarrolle la elección de un órgano colegiado y democrático que incluya algunos mecanismos de participación ciudadana.
- ¿Ya se habla del contenido?
- Quiero ser muy claro con esto: al día de hoy no estamos abordando los contenidos de una propuesta de nueva Constitución, sino elaborando los límites y bordes del proceso que nos permitirá tener ese segundo texto y que pueda ser aprobado en un plebiscito de salida. Es probable que esos límites influyan en lo que será la propuesta de nueva Constitución, aun cuando sus contenidos siguen más bien abiertos.
- Hay quienes proponen que un preacuerdo gestado por un comité de expertos sea un insumo de una nueva Convención. ¿Comparte ello?
- Creo que ese anteproyecto sería bastante positivo para ganar tiempo y generar algunos consensos previos, aunque también si es que finalmente hay un órgano electo popularmente, que es la opción que preferimos como bancada, debería tener capacidad para agregar, enmendar, cambiar y eliminar los puntos que sean necesarios de este anteproyecto.
"Hay un margen"
- ¿Cuánto podrá influir y limitar la negociación parlamentaria al nuevo proceso?
- Estoy convencido que hay un margen para que un acuerdo parlamentario pautee en varias cosas el trabajo de una nueva Convención Constitucional, sin sobrepasarse, claro. Si logramos tener un órgano electo democráticamente, habrá mucho más margen para dejar algunas cosas preestablecidas.
- ¿Qué tipo de cosas preestablecidas?
- Desde hoy tendremos que avanzar en una propuesta de nueva Constitución menos maximalistas y menos identitaria. Sin embargo, eso no puede ser pauteado de sobremanera por parte del poder constituido. Al contrario, el poder constituido solo deberá generar los bordes y límites de una nueva etapa del proceso, para que la democracia pueda expresarse en un órgano colegiado que represente la distribución política de la sociedad chilena.
- ¿En las negociaciones se ve que el mundo político y en particular el oficialismo recibió el golpe y la lección del plebiscito?
- Creo que se hizo la autocrítica de que este nuevo proceso no debe ser igual al primero. Tiene que tener características diferenciadoras, sobre todo porque la gran mayoría de la ciudadanía no tiene entre sus prioridades el tema constitucional. La seguridad, la inflación y la salud es lo que importa ahora, y eso obliga a este nuevo proceso a ser breve, concreto y con resultados efectivos, moderados y ampliamente compartidos por la sociedad chilena.
- ¿Cómo reencantar a la ciudadanía con la necesidad de tener una nueva Constitución?
- Creo que es muy difícil reencantar a la ciudadanía. Para lograr algo así el Gobierno deberá abstraerse públicamente de este proceso y, al contrario, dedicarse a los problemas más urgentes de las personas. El Gobierno debe dejar solo al Congreso para que defina los mecanismos de un nuevo proceso constitucional que sintonice mucho más con los deseos y esperanzas de los chilenos.
"La seguridad, la inflación y la salud es lo que importa ahora, y eso obliga a este nuevo proceso a ser breve, concreto y con resultados efectivos".