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LA TRIBUNA DEL LECTOR ¿Demasiado bueno para ser verdad?

MARCOS TRICALLOTIS, CONSEJERO REGIONAL Y VICEPRESIDENTE DE LA COMISIÓN DE MEDIO AMBIENTE, PATRIMONIO NATURAL Y CAMBIO CLIMÁTICO
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Según información del Ministerio de Energía, nuestro país cuenta con un gigantesco potencial de aprovechamiento de energía solar de al menos 2.702 kilowatts por metro cuadrado (KW/m2), concentrado principalmente en el norte. Este potencial ha permitido una verdadera revolución energética en el país que ha posibilitado la aparición de una enorme cantidad de proyectos de energía solar. Nuestra Región de Valparaíso no ha estado ajena a esta realidad: prácticamente todos los meses están llegando para votación del Consejo Regional solicitudes de pronunciamiento sobre proyectos de generación de energía solar desde el servicio de evaluación ambiental. Dicho sea de paso, estos tan necesarios proyectos para la descarbonización a menudo sufren, a mi juicio, una excesiva cantidad de observaciones irrelevantes, pero eso es harina de otro costal.

Pues bien, sucede que todos estos proyectos de energía renovable, tanto en energía solar, y también en energía eólica en ciertas zonas del país, serían claves para producir hidrógeno. El hidrógeno es un combustible que ya se venía produciendo -limitadamente- para la industria petroquímica, pero desde fuentes sucias. Con la operación de proyectos de energía solar y eólica, el hidrógeno podría ahora ser producido aprovechando la energía remanente generada por los proyectos solares y eólicos. Es decir, el hidrógeno pasaría a ser "limpio" o "verde". De esta manera, podríamos disponer de una enorme fuente de hidrógeno verde para utilizarlo prácticamente en infinidad de aplicaciones, desde el transporte hasta su uso residencial e industrial. Y el hidrógeno verde que se obtiene es posible utilizarlo cuando el sol ya no está presente o no haya viento, lo cual es una limitante de los proyectos solares y eólicos. Una complementariedad perfecta, ¿no es así?

Actualmente, según la Estrategia Nacional de Hidrógeno Verde, se necesitarán $ 5.000 millones de dólares a 2025 para desarrollar capacidades de 5 gigawatts (GW) de energía para el proceso de electrólisis (que descompone la molécula de agua, el "H2O") que es precisamente desde donde se produce el hidrógeno verde. Sí, leyó bien, el hidrógeno en su producción requiere una inmensa cantidad de energía. La actual administración del Presidente Boric ya ha firmado mediante la Corporación Nacional de Fomento a la Producción (Corfo) los primeros acuerdos para la producción a escala industrial de hidrógeno verde que, una vez en funcionamiento, tendrán la capacidad de producir 45.000 toneladas de hidrógeno verde. Estas primeras plantas licitadas a las empresas GNL Quintero, CAP y Air Liquide contarían con una capacidad instalada total de 388 megawatts (MW) y permitirían la transición energética hacia energías limpias reduciendo la emisión de dióxido de carbono (CO2) en 600.000 toneladas anuales. Suena maravilloso.

Sin embargo, la realidad es menos maravillosa. En primer lugar, el desarrollo a escala industrial de hidrógeno barato aún está en etapa experimental, pues se requiere bajar de los actuales $ 1,6 a 1,8 USD/kg de costos actuales de producción a $ 1 USD/kg para ser competitivo. La proyección optimista de nuestro Ministerio de Energía es que alcancemos esa meta a 2030. A partir de esa fecha, a nivel mundial se produciría el anhelado "boom" de producción de hidrógeno verde, llegando al menos a las 160 millones de toneladas según la Agencia Internacional para la Energía.

Segundo, al ser las estimaciones del Ministerio de Energía fundamentalmente solo eso, es decir, proyecciones, la apuesta pasa a ser demasiado arriesgada. Centrarse en energías con alta intermitencia y con disponibilidad que no es 24/7, tales como la eólica y solar para producir hidrógeno verde puede agravar una crisis energética, similar a aquella que le ocurrió a Estados Unidos en Texas durante 2021. Una crisis tan grave que no solo congeló las tuberías de gas, sino que las aspas de los aerogeneradores propulsados a viento y los paneles solares.

En tercer lugar, producción de hidrógeno verde todavía tiene que sortear un importante obstáculo, que es la falta de estándares de seguridad en Chile para los sistemas de almacenamiento y transporte. El hidrógeno es altamente inflamable, teniendo no solo un alto riesgo de explosión, sino que al ser una molécula pequeña tiene un alta capacidad de difusión, desplazando el oxígeno y pudiendo causar asfixia a los trabajadores en espacios cerrados si no existen adecuadas medidas de seguridad. Faltan aún las necesarias normas para el diseño y operación de instalaciones que almacenen y transporten hidrógeno.

Lo anterior es muy importante dado que las expectativas del hidrógeno como una forma de almacenar energía son muy altas ante las deficiencias de los sistemas renovables solares y eólicos que resienten la falta de baterías de larga duración. Si bien actualmente existe una carrera en innovación para desarrollar nuevos modelos de baterías químicas, mecánicas, electroquímicas, y térmicas, gran parte de estos desarrollos no han pasado aún la etapa piloto, o bien todavía no son comercialmente masivos. En general, ninguno de estos desarrollos en nuevos tipos de batería puede almacenar los volúmenes suficientes de energía para poder abastecer una ciudad proporcionando la energía de respaldo necesaria cuando los paneles solares o los aerogeneradores no pueden funcionar. Es lo que le ha pasado a los países europeos de la OTAN luego de la invasión de Rusia a Ucrania, donde Vladimir Putin se ha encargado de restringirles el suministro de gas como represalia. En Alemania, por ejemplo, se han dado cuenta de la errada estrategia de cerrar centrales nucleares y de centrarse solo en energías renovables no convencionales, haciéndoles depender más aún de combustibles fósiles como respaldo. Algo similar a lo que hizo la presidenta Bachelet en su primer mandato, donde se aprobaron 42 termoeléctricas, muchas de ellas utilizando combustibles sucios como el carbón.

Finalmente, según estos antecedentes, ¿significa que se deberían desincentivar los nuevos desarrollos en hidrógeno verde? En absoluto. Es no solo importante continuar con la investigación en el desarrollo comercial de la producción a gran escala de hidrógeno verde, sino que también innovar en sistemas de almacenamiento y transporte de energía eficientes y estables en el tiempo. Como dije en una columna anterior, las energías renovables no convencionales necesitan ser respaldadas por fuentes limpias, seguras y a bajos precios. Ese rol bien lo podría cumplir la energía nuclear, de la cual existen más prejuicios que hechos con base científica e histórica. Es perfectamente razonable imaginar un futuro limpio para Chile, donde se cuente con una combinación de un tercio de renovables no convencionales, otro tercio en hidrógeno verde y un último tercio de respaldo en fuentes nucleares. Es cosa de atreverse y ver lo que están haciendo otros países. No hay que reinventar la rueda.