"En los mares del sur, nosotros no somos sino frágiles viajeros"
Publica nueva novela, ambientada en un barco factoría que va tras el bacalao, el oro blanco del océano, desafiando las tempestuosas aguas subantárticas con una tripulación feroz.
"Íbamos a pescar bacalao y circunvalaríamos la Antártica por varios meses con las Islas Malvinas de base. La faena era ilegal en las aguas territoriales de algunos países y si nos atrapaban corríamos el riesgo de caer presos como finalmente ocurrió. Sabía bien qué arriesgaba, lo que no esperaba era un clima tan hostil entre los tripulantes".
Tortuga, el narrador de esta novela de Yuri Soria-Galvarro (Simplemente Editores), integra uno de los tres turnos condenados a asegurar que el barco factoría nunca se detenga, y pasa varios meses "embarcado en esa jaula de fierro de sesenta metros, con las peores marejadas del mundo y rodeado de gente de mierda".
El cóndor en el agua es el nuevo libro del escritor chileno-boliviano, quien en 2015 y 2020 fue becario del Ministerio de las Culturas con Cuentos del Pacífico Sur y El tiempo de silicio; ganó en 2010 el Concurso Literario Fernando Santiván con el poemario Sur y en 2017 el Premio Municipal Juegos Literarios Gabriela Mistral con la novela El perseguidor de la luz.
"Magallanes es una de las puertas de entrada para los mares subantárticos, donde la navegación y la pesca, sobre todo cuando se desata el mal tiempo, que es lo cotidiano, solo pueden realizarlas tipos un poco desquiciados", dice Soria-Galvarro a propósito de esta historia, publicada simultáneamente en Bolivia -donde apareció bajo el sello Nuevo Milenio-, México y Chile, y que fue presentada en noviembre en la Feria del Libro de Guadalajara.
"Llevo varios libros publicados en México y Bolivia, me gustaría creer que tengo lectores en ambos países, al menos cuento con la confianza de los editores que me siguen publicando. Y por supuesto es una magnifica excusa para visitar ambos países y juntarme con escritores y amigos entrañables", comenta el autor.
Habitar los personajes
En el barco todos los operarios tienen apodo y el de Tortuga responde al ritmo de su desempeño en las extenuantes faenas. El tripulante comparte con el escritor puertomontino el interés por la observación de las aves y aun en las circunstancias más insospechadas circula por aquella cárcel flotante con una guía sobre pájaros y unos prismáticos fabricados en los tiempos de la RDA.
Puertomontino, biólogo marino, buzo, fotógrafo, músico y carpintero, Soria-Galvarro es efectivamente observador y fotógrafo de aves. "Eso lo comparto, pero al revés de él soy disperso y acelerado para todo", dice, y refiere que "los personajes van agarrando cosas de uno, porque quizás es una forma de darles credibilidad, sustancia, y además al hablar de lo que se conoce se consigue verosimilitud literaria".
Aunque el caso inverso también sucede, los personajes de ficción se cuelan en la vida del autor, "pues nuevamente buscando la bendita verosimilitud se debe vivir un rato dentro de ellos, y entonces, por momentos se apoderan de ti y aparecen en la vida real".
Conocimiento de primera mano
En esta historia también hay resonancias de algunos legendarios autores. Tortuga se embarca en un buque factoría, tal como Melville lo hizo una vez en un ballenero, se rompió una pierna y estuvo preso en alguna parte de los mares del sur junto al resto de la tripulación, acusados de amotinamiento.
"Las novelas náuticas de Melville, Conrad y Poe -que escribió Las aventuras de Arthur Gordon Pym-, también Hemingway con El viejo y el mar, por supuesto Francisco Coloane y Luis Sepúlveda son parte de mi formación como lector", subraya el autor sureño, quien relata que fue Coloane quien le mostró su vocación más profunda.
"Después de leerlo me dije 'es como Jack London, pero escribe sobre lugares y cosas que veo todos los días, quizás yo también puedo escribir un cuento'. Como muchos otros autores, ellos han ido determinando lo que escribo. A veces las influencias son sutiles e inconscientes, me gustaría creer que David Foster Wallace, Kurt Vonnegut, John Banville, Laura Restrepo, Alejandra Costamagna, o Liliana Colanzi, Amos Oz, John Maxwell Coetzee, Octavia Butler o Ursula K. Le Guin, y por supuesto también las lecturas tempranas de los latinoamericanos -Borges, Garcia Márquez, Vargas Llosa, Onetti, Cortázar y Rulfo- han influenciado algo de mi literatura".
La solidez del relato en El cóndor en el agua se sustenta en gran medida en el conocimiento pormenorizado de las faenas a bordo y de las características y manejo de las especies, cosa que procede de su propia experiencia, ya que aparte de haber navegado por muchos años escuchando historias sobre pesca y barcos, y de convivir con pescadores y tripulantes, trabajó más de una década en buceo profesional, "realizando trabajos submarinos, maniobras con winches, cabrestantes, redes, cabos de remolque, faenas parecidas a las que se realizan en la pesca industrial".
Además, como biólogo marino, "también he destripado muchos pescados, es algo que aprendemos, le llamamos necropsia. Algunas cosas son de sentido común en los barcos, espacios reducidos o multifunción, equipos de emergencia, tablas de mareas, cartas de navegación y jerga náutica. Para todo lo demás está Google".
En busca del oro blanco
¿Qué puede ser más infernal que un barco factoría con la feroz tripulación que describe en este libro? "Como lugar de trabajo no muchas cosas, quizás quienes participan en una guerra, o son médicos de emergencias en un hospital pobre de África, o los que son policías en México lo tienen más duro", admite.
"La pesca de bacalao en los mares subantárticos, conviviendo en un barco factoría con setenta personas por muchos meses, con temporales que te hacen dudar de la bondad de Dios, o creer en él si eres ateo, es parecido a estar en una cárcel o un siquiátrico", pormenoriza el autor.
También señala que "es un oficio de los más severos que existen, que se sostiene sólo por la promesa del dinero, el oro blanco que es el bacalao. Pero los lugares de conflicto son buenos escenario para la ficción, para poner algunos personajes a interactuar. Si no hay antagonismo, al menos una rivalidad mental, las historias se vuelven aburridas".
Fascinación por los mares
Aun cuando en el tercer milenio asistimos a hitos tecnológicos tan fascinantes como la exploración robótica de Marte, las historias ambientadas en los mares del sur siguen siendo enormemente cautivadoras para escritores y miles de lectores. Soria-Galvarro cree que se debe a que "son territorios que no dominamos, que quizás nunca serán completamente asimilados por el ser humano".
El autor y fotógrafo de aves detalla que en Magallanes, donde se inicia la novela, habita el cóndor de los Andes, más al sur ya en mares subantárticos el albatros errante, las dos aves voladoras más grandes del mundo. "También por esa zona navega el pingüino emperador, que nidifica en pleno invierno en la Antártica. En un viaje por los mares del sur puedes perfectamente verlos a los tres, y esta zona también es territorio de ballenas, elefantes marinos y del viento que es un animal despiadado".
"En los mares del sur nosotros somos frágiles y condicionales, simples viajeros, como en Marte". 2
Rosa Zamora Cabrera
rosa.zamora@mercuriovalpo.cl