Secciones

  • Portada
  • Actualidad
  • Opinión
  • Actualidad general
  • Deportes
  • Clasificados
  • Servicios
  • Espectáculos

LA TRIBUNA DEL LECTOR Roser Bru, una artista sin fronteras

POR TAMARA CANDIA AHUMADA, PERIODISTA MUSEO PALACIO BABURIZZA
E-mail Compartir

Fue gracias a este viaje a través del Atlántico y el Pacífico que los ahora pasajeros exiliados del "Winnipeg" dejaron atrás las duras experiencias de la dictadura y la guerra civil española, logrando evadir la peor catástrofe que ya se cernía sobre suelo europeo, la Segunda Guerra Mundial, para dar paso a una nueva vida en suelo chileno. ¿Qué habrán sabido de este país? ¿Qué información habrá proporcionado nuestro poeta universal sobre las nuevas tierras que los acogerían?

Al desembarcar en las costas nacionales se despidieron de la majestuosidad y tranquilidad del Mediterráneo para dar paso a la inmensidad del océano Atlántico y luego internarse en el Pacífico, como si el viaje fuese una metáfora de las múltiples oportunidades que estaban por abrirse en sus vidas.

Roser Bru Llop encontró en el país un verdadero refugio. Se formó académicamente y construyó su propia familia. Las inclinaciones artísticas que demostró a temprana edad la ayudaron a ingresar en 1942 a la Escuela de Bellas Artes de la Universidad de Chile. En este lugar fue discípula de Pablo Burchard e Israel Roa, fundamentales en su aprendizaje de las acuarelas, pinturas y dibujos. Por su gran talento, rápidamente se convirtió en una alumna destacada y su notable creatividad causó admiración e influencia en los círculos del arte chileno.

Cinco años más tarde fue parte del relevante Grupo de Estudiantes Plásticos (GEP), encabezado por exponentes de la Generación del 50, como su compatriota y compañero del "Winnipeg", José Balmes, además de Guillermo Núñez y Gracia Barrios. Esta agrupación destacó por cuestionar los modelos de enseñanza y por establecer nuevas maneras de producir y crear. En 1957, gracias a una invitación de Nemesio Antúnez, ingresó al Taller 99 de Grabado, siendo aquí un referente de grabadores y artistas. Además, fue profesora en la Escuela de Arte de la Universidad Católica de Santiago durante cuatro años.

Al estudiar su legado artístico compuesto por cientos de obras, se puede evidenciar su preocupación por la situación de la mujer, las problemáticas políticas y sociales y la multiculturalidad, temáticas que se relacionaban con sus vivencias personales. Bru tenía múltiples facetas y habitó diversos cuerpos, deambulando constantemente entre ser una mujer artista, madre, docente e inmigrante. Para la curadora Inés Ortega-Márquez, la obra de Roser es un proceso de continua persistencia en las que sus creaciones están constantemente sometidas a modificaciones, intervenciones o cancelaciones, porque sus piezas artísticas, que se basan en la figura humana y especialmente de la mujer, se relacionan según la mirada que la autora les impregnó a sus trabajos y su visión se conecta con el momento y la contingencia.

En su última etapa como artista, las inquietudes de la chileno-catalana se vincularon con los conflictos sociales y los acontecimientos históricos, siendo crítica respecto de la injusticia, de los torturados y desaparecidos, como también del rol de la mujer. Tal como menciona la Fundación Roser Bru -creada por la grabadora antes de fallecer-, en este periodo introdujo nuevos elementos del arte contemporáneo que se enlazaban permanentemente al pasado y presente.

Durante su trayectoria, Bru fue parte de importantes exposiciones individuales y colectivas, obteniendo relevantes reconocimientos que la han situado como parte fundamental del arte nacional.

Para celebrar el centenario natalicio de la gran artista Premio Nacional de Artes Plásticas (2015), el Museo de Bellas Artes de Valparaíso exhibe la exposición itinerante "Roser Bru de Norte a Sur", de la fundación que posee su mismo nombre. Esta muestra se trata de la primera de Bru tras su fallecimiento a los 98 años. Es en esta sala, ubicada casualmente en la primera ciudad de Chile que la acogió, se puede conocer parte del relevante legado de esta artista que no solo nos deleitó con su talento, sino que también se convirtió en un referente político, social y cultural.

Resulta entonces casi un deber impostergable de toda persona amante del arte y la cultura decir presente en esta exposición tan notable como esperada.

El Museo de Bellas Artes de Valparaíso está entonces, con genuino orgullo y emoción, permitiendo que todas y todos podamos cumplir con ese deber ineludible.

Ayer se cumplieron cien años del nacimiento de la pintora chileno-catalana, Roser Bru (1923-2021), quien llegó al puerto de Valparaíso un 3 de septiembre de 1939. Durante más de un mes, la familia Bru navegó en el "Winnipeg", mítico barco que nació producto de la solidaridad y fraternidad del por entonces Presidente Pedro Aguirre Cerda, quien encomendó a Pablo Neruda la noble tarea de gestar el traslado a nuestro país de tantos españoles refugiados o prisioneros en los campos de concentración del sur de Francia.