Esta vez fueron dos turistas argentinos las víctimas de las pandillas que, de hecho, están controlando la plaza O'Higgins y el entorno del mall viñamarino. Los asaltos se repiten y han sido captados por cámaras de seguridad. Los comerciantes del lugar denuncian inseguridad para sus locales, personal y clientes. Para ellos hay daño directo, pierden clientes, y para la actividad turística general de Viña del Mar, una nueva nota roja.

Más allá del turismo y de su importancia como industria local y de la inseguridad para toda la población, lo más grave es que la delincuencia se apodera de los espacios públicos. Hay ya una peligrosa situación en los jardines de la avenida San Martín y sobran comentarios sobre la situación de la calle Valparaíso tomada por ambulantes. Las quejas llegan también del Barrio Poniente, con comerciantes y residentes amagados por la delincuencia especialmente en horas de la noche.

Pese a los esfuerzos de Carabineros, PDI y de la Municipalidad, la vigilancia resulta insuficiente y se advierte que no existe una estrategia para revertir una situación que tiene las más variadas y peligrosas manifestaciones, con grupos armados que no dudan en llegar al homicidio.

Tras el asalto a una pareja de visitantes argentinos registrado el martes pasado se informa de la detención de menores, uno de los cuales tendría drogas en su poder. La droga, siempre la droga… Los casos anteriores producidos en el sector también han sido perpetrados por menores que se refugian en calles vecinas, según denuncian comerciantes afectados. Esa es una realidad presente en casi todos los casos delictuales y, por tanto, exige un seguimiento en los tribunales correspondientes.

Habría que conocer cuál es en estos casos en el rol del Ministerio Público y de la municipalidad. ¿Se hace parte la municipalidad, como representante de la ciudad, en estos ilícitos? Correspondería presencia en tribunales buscando las sanciones que correspondan y también dando apoyo a las víctimas. Paradojalmente, no existe defensa pública para las víctimas de los delitos, pero sí opera con eficiencia una defensoría en representación de los culpables.

Por otra parte, frente a un sistema que tiene imagen de lento y burocrático, las víctimas muchas veces no formulan denuncias, con lo cual para la Justicia los hechos no existen.

Frente a los casos puntuales que afectan un importante polo comercial de Viña del Mar no se puede olvidar lo que está ocurriendo en Valparaíso en el sector del tradicional Mercado Cardonal, otro polo comercial cercado por el delito.

La tarea frente a todas situaciones que tanto daño provocan es establecer una estrategia robusta para recuperar la seguridad y los espacios públicos. Esta tarea debe cubrir desde la vigilancia en terreno hasta una presencia activa en tribunales buscando el esclarecimiento de los casos y la debida sanción para los autores.

La libertad es un derecho básico e irrenunciable, pero pocas veces nos detenemos a reflexionar sobre su significado. Algunos piensan que se relaciona con nuestro derecho a hacer lo que queramos, bajo una errónea concepción de la espontaneidad y la autenticidad. Un mínimo análisis nos mostraría que tal libertad haría imposible la convivencia social.

Otros, como contrapartida, se aferran a que "mi libertad termina donde empieza la de los demás". Este principio, aparentemente razonable, conlleva el riesgo de que quienes tienen más poder intenten expandir su margen de acción, en desmedro de los más débiles. Por ejemplo, cuando ciertos poderosos gremios presionan para lograr prebendas, en perjuicio de los que no tienen voz.

Otra idea muy en boga se remonta al siglo XVIII, cuando Rousseau planteó que el hombre nace naturalmente bueno, pero la sociedad con sus cadenas lo corrompe. Por tanto, dejado a su actuación libre y espontánea, sus decisiones serían siempre buenas. De allí el discutible argumento de que en democracia las mayorías no yerran al determinar el bien social.

El marxismo, por su parte, considera que la libertad y la igualdad están íntimamente asociadas, de modo que para haya verdadera libertad es imperativo imponer primeramente la igualdad. Lo prioritario no son los derechos del individuo, sino el cambio de las estructuras sociales. Pero como tal proceso es de largo aliento, en los regímenes comunistas la libertad individual se ve seriamente amagada.

La verdadera liberad, para que no se destruya a sí misma, debe respetar tanto lo que "yo soy" como lo que "nosotros somos". Esta ordenada coexistencia de libertades exige aplicar normas -derecho- que, lejos de constreñir la libertad, son la condición para su ejercicio. Sin el respeto al derecho no es posible la libertad. Pero debemos cuidar que aquellas normas apunten a promover la verdad del ser humano; es decir, a su bien individual y social, a su perfección en tanto persona.

En tal sentido, el recto uso de la razón permite concluir que el Decálogo (los Diez Mandamientos) constituye, para creyentes y ateos, un buen resumen antropológico y ético de las normas mínimas que enmarcan el bien humano. Así, el respeto al Decálogo sería garantía para el recto ejercicio de una verdadera libertad.

En definitiva, la libertad que tanto anhelamos no es para satisfacer nuestros caprichos ni bandera de lucha para embaucar a los más desinformados, sino un llamado a hacer uso de la razón en busca de la verdad y el bien, que deben guiar nuestras decisiones. Optar por la mentira o el mal nos hace esclavos.