Desafíos para inversión en escenario complejo
Proyecto en el cerro Alegre se sitúa en una realidad urbana cambiante, donde a lo residencial se suman otras actividades. Es cierto, como ha dicho el urbanista Iván Poduje, que una corriente rechazadora recorre Valparaíso y Viña del Mar. Hay varios ejemplos. Es peligroso, pues al final del día se frena inversión con efectos negativos para aquello que se busca proteger.
La inmobiliaria Doña Inés, que tramita un permiso de construcción en el cerro Alegre de Valparaíso, busca revertir una resolución de la Comisión de Evaluación Ambiental que rechazó la iniciativa. La propuesta, denominada Patio Montealegre, se desarrolla en un terreno de 5.095 metros cuadrados situado en la calle de ese nombre entre Lautaro Rosas y San Enrique. El proyecto albergaría 99 departamentos, 136 estacionamientos, 9 oficinas y 11 locales comerciales, todo ello en cuatro bloques de edificios emplazados en un predio sin ocupación.
La inversión en la obra es de US$ 14 millones. Ya en el año 2021 la idea había sido rechazada por los vecinos. Ahora, la autoridad ambiental la desestimó argumentando que supera el umbral de la categoría "molestia", advirtiendo además sobre el impacto que tendría sobre la salud de las personas la ejecución de las obras. También se consignan posibles daños estructurales a inmuebles patrimoniales cercanos.
En un documento que busca revertir la decisión los proponentes rechazan la posibilidad de esos daños y afirman que el conjunto residencial "potenciará el valor turístico de la zona, entregando una nueva oferta gastronómica y dotará de nuevos estacionamientos a un sector con alta demanda y donde actualmente se utilizan las calles públicas con ese fin". Aduce también, en contrario de la decisión, que la obra cumple con la normativa ambiental.
El hecho es que todo el sector ha tenido en los últimos años una variación en su condición únicamente residencial y se ha convertido en un polo turístico con restaurantes, hoteles, negocios especializados y talleres de arte, con numerosas viviendas reconvertidas. A ello se suman sedes universitarias y el Museo de Bellas Artes, uno de los más importantes del país, situado en el Palacio Baburizza.
Esta realidad ha sido acompañada de nuevas edificaciones que no siempre compatibilizan su estructura y fisonomía con el entorno tradicional. Patio Montealegre, como toda construcción, supone un impacto en su ejecución, lo que puede ser manejado. Pero la cuestión está en la condición del proyecto mismo y su impacto con departamentos habitados y locales en funcionamiento.
Además de impactos subsanables, está en temor de los vecinos afectados por un movimiento hasta hace pocos años desconocido que hoy afecta tranquilidad y seguridad.
Es cierto, como ha dicho el urbanista Iván Poduje, que una corriente rechazadora recorre Valparaíso y Viña del Mar. Hay varios ejemplos. Es peligroso, pues al final del día se frena inversión con efectos negativos para aquello que se busca proteger.
En este caso, como en otros, es un desafío para los proponentes situarse en la posición de posibles afectados con el desarrollo de sus proyectos, y es rol de la autoridad, ambiental y municipal, según sea el caso, orientar las propuestas más que condenarlas de plano.