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ENTREVISTA. Camila Vallejo, ministra secretaria general de Gobierno:

"Uno no puede estar pidiendo disculpas por haber criticado las violaciones a los derechos humanos"

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Mauricio Ávila Cárdenas

Han pasado tres días desde que el Congreso Nacional aprobó por amplia mayoría la reducción de la jornada laboral y la ministra secretaria general de Gobierno, Camila Vallejo, trabaja en su oficina del segundo piso del Palacio de La Moneda con una polera que lleva la inscripción "Vamos por las 40 horas". Cuando era diputada, junto a sus colegas y correligionarios del Partido Comunista Karol Cariola y Daniel Núñez, fueron los autores del proyecto que ahora es ley de la República.

La vocera de Gobierno se emocionó hasta las lágrimas en Valparaíso tras la votación y su nombre quedará inscrito como gestora de una norma que tendrá un impacto inevitable en trabajadores, empleadores y empresas de todo tamaño. Más allá del momento histórico, la geógrafa reconoce un hecho político en el transversal apoyo que tuvo una iniciativa férreamente resistida en su génesis, hace seis años. "Muchos me decían que era imposible, que era voluntarismo, que era un proyecto irresponsable, etcétera. Me emocioné sobre todo por el sueño de ver sonreír a las personas, a las mujeres trabajadoras. Porque pareciera ser que la política o las instituciones o el Parlamento no son capaces de estar a la altura de las necesidades de la gente. Entonces, cuando se ha pasado mal por la pandemia, por la inflación, por distintas razones, la inseguridad, el poder entregarle a la gente desde la política un triunfo, es algo que emociona", relata.

Entendimiento

- En el ambiente político crispado que existe, no parecen posibles acuerdos tan transversales. ¿Qué debió pasar para que en seis años se pasara del rechazo total de la derecha y del empresariado, a una aprobación amplia?

- Yo creo que se fue madurando en el camino harto por parte sobre todo de la oposición. Había como un ánimo de rechazarlo sólo porque venía de comunistas, más que por su contenido. Era algo como "no podemos darle un triunfo". Pero luego se fue comprendiendo. De hecho, tuvimos parlamentarios que siendo de derecha votaron a favor en el inicio. Me acuerdo de Gonzalo Fuenzalida, por ejemplo, o el diputado (Cristhian) Moreira, y que se llevaron el repudio de su sector en ese entonces. Pero logramos contar con el apoyo en ese momento de algunos que se atrevieron. Pero después fue pasando el tiempo y la pandemia fue haciendo que surgieran empresas, pymes sobre todo, que pusieron las 40 horas o que nacieron o se acomodaron a las 40 horas por el contexto de pandemia y para dar empleo a las mujeres porque habían perdido muchos empleos. Llegar a ser gobierno también influyó. Todo esto fue permitiendo llegar a un entendimiento.

- Hay críticas de algunos gremios por la excesiva flexibilización laboral.

- Se incorporaron cosas que planteaba la oposición, por ejemplo, esto de permitir que en algunos casos, con acuerdo, se genere como un promedio de horas trabajadas, pero al mes. El acuerdo que conseguimos fue súper razonable, porque además introduce la titularidad sindical, un triunfo para el sindicalismo, incorporó la perspectiva de género por las bandas horarias, entonces lo que se llama flexibilidad es una adecuación responsable en torno a la realidad del mundo del trabajo, preservando el espíritu y el principio fundamental que es reducir los tiempos de trabajo a 40 horas.

- Entonces, ¿incluir la flexibilización no fue una concesión que debió hacerse con la oposición para conseguir la aprobación del proyecto?

- Encuentro que son legítimas las críticas. Para ningún sector, probablemente, esta es ideal, pero de eso trata la política. Hay posiciones distintas y nunca va a salir un proyecto tal cual ingresó al Congreso, pero al final, en su completitud, yo lo veo que es un proyecto robusto que se hace cargo realmente de avanzar y que no es sólo testimonial. Y segundo, permite adecuarse a las realidades productivas de nuestro país y a las realidades del mundo del trabajo. Por ejemplo, los part time se mantienen tal cual. Eso ha sido criticado por algunos sindicatos. Es cierto, ¿nos hubiera gustado que el part time se redujera también?, sí; ¿había argumentos atendibles del otro lado para no hacerlo?, también, y se mantuvo. Pero son cosas que creo que son parte de las diferencias que se pueden tener en una democracia. Porque los cambios no se decretan. En las democracias los cambios implican acuerdos, que se expresen las diferencias, que se procesen estas y para avanzar se requieren modificaciones que a veces no son las perfectas, pero son las que nos permiten avanzar. Pero creo que se logró lo que deseábamos, que este proyecto no fuera sólo de la diputada comunista, sino que fuera un gran proyecto de todo Chile y ya mucha gente se lo ha apropiado.

- Tras acuerdos como este, ¿se abre la esperanza de aprobar también reformas como la de pensiones o insistir con la tributaria?

- Sí, es un buen ejemplo. La ley de las 40 horas demuestra concretamente, no sólo discursivamente, que con diálogo social y político, poniendo en el centro las necesidades más sustantivas de la gente, podemos llegar a entendimiento y acuerdos y que esto al final no se trata de que si gana un sector político o el gobierno, o pierde, se trata de construir políticas de Estado, políticas con una mirada que trascienda al gobierno de turno. Eso no niega que tengamos diferencias políticas muy profundas, pero el desafío es que logremos resolver esas diferencias para poder avanzar. Esperamos que irradie a la reforma de pensiones, la tributaria, a la agenda de seguridad. Igual, han pasado inadvertidos otros acuerdos transversales que hemos tenido en materia de seguridad.

"nadie se arrepiente"

- Pero queda la sensación de que las leyes aprobadas en seguridad fueron empujadas por la lamentable muerte de tres carabineros en poco tiempo. ¿Por qué tiene que morir un carabinero para que una ley salga rápido?

- Es terrible que tenga que pasar una tragedia así para poder activar espacios de real entendimiento, porque hubo que acercarse. Había diferencias sobre esos proyectos, y que eran atendibles. Pero también es importante recordar que antes de los lamentables asesinatos a los tres carabineros el Gobierno había ya levantado una mesa de trabajo y había convocado a un acuerdo transversal en seguridad del cual la oposición se restó a propósito del debate de los indultos. Y uno podría decir si era o no apropiado, pero lo cierto es que se restaron de ese compromiso y en ese compromiso había varios elementos y uno de ellos era cómo fortalecer más a las policías. Presentamos antes del asesinato de Daniel Palma 16 urgencias legislativas. Pero lo importante ahora creo que todos hemos comprendido y asumido que esto es una agenda prioritaria y que para poder enfrentarla seriamente con resultados tiene que ser con una conversación y acuerdo con

"De eso trata la política. Hay posiciones distintas y nunca va a salir un proyecto tal cual ingresó al Congreso, pero al final, en su completitud, yo lo veo que es un proyecto robusto".

"Nadie de nosotros se arrepiente o se puede arrepentir de haber criticado actuaciones que terminaron generando violaciones de derechos humanos".