"El peor temor del oficialismo es que le hagan un estallido (...) por eso se disocia de los poderosos"
Cristóbal Bellolio, profesor de la Escuela de Gobierno de la Universidad Adolfo Ibáñez, llama la atención sobre las dificultades del sistema político actual para lograr acuerdos y dice que ve difícil lograr un cambio de actitud al respecto.
A cinco años del estallido de octubre de 2019 y en un mes donde hablar de política es prácticamente ineludible, Bellolio considera que no todos -en la derecha o en la izquierda- han sacado en limpio precisamente una lección. Por el contrario, observa ciertas conclusiones peligrosas.
El también cientista político publicó hace menos de un mes su último libro, "La Era del Pesimismo Democrático" (Debate), un ensayo en el que analiza el estado actual de la democracia, las fricciones de esta con el liberalismo, las amenazas que enfrenta y sus desafíos ineludibles. En medio de esas reflexiones, el autor responde a preguntas sobre una contingencia marcada por los comicios que se avecinan, la -al parecer- intermibale crisis de seguridad y las conversaciones por chat que salpican a todos los poderes del Estado.
-Su libro "La era del pesimismo democrático" parte con una pregunta previa, ¿qué entendemos por democracia? ¿Cómo responde a esa pregunta pensando en la realidad actual en Chile?
-Siguiendo a Przeworski, distingo entre entendimientos minimalistas y maximalistas de democracia. La concepción minimalista sostiene que la democracia es simplemente un sistema donde los gobernados eligen a sus gobernantes en elecciones libres y competitivas. No se le exige nada más en tanto democracia. Las concepciones maximalistas son aquellas donde la democracia viene con apellidos: liberal, representativa, deliberativa, social, agonista, paritaria, etcétera. Esos apellidos transmiten ciertos valores que nos gustaría ver realizados en nuestras democracias. Para saber si la democracia está en crisis, mucho depende del concepto que utilicemos. En el caso chileno, creo que se trata de un modelo más o menos tradicional de democracia liberal, es decir, donde hay soberanía popular e igualdad política, pero también estado de derecho, separación de poderes, derechos humanos, libertades individuales, y un conjunto de contrapesos establecidos para limitar la voluntad de las mayorías. En tanto democracia liberal, funciona relativamente bien en el contexto latinoamericano. Siempre hay llamados de atención, y a veces el termómetro marca fiebre, pero visto en perspectiva histórica y regional, nuestra democracia no está en crisis. Por el contrario, ha demostrado ser bastante resiliente en los últimos años.
-El alcalde Jorge Sharp dijo recientemente que "estamos en un escenario peor que en octubre de 2019", respecto de la gobernabilidad política, desprestigio de instituciones y dificultades económicas. ¿Está de acuerdo con esta idea?
-Tiene razón en un sentido evidente. El sistema político tiene dificultades para alcanzar acuerdos y sacar adelante ciertas reformas largamente esperadas, el desprestigio de algunas instituciones se profundiza y el panorama económico, tras el estallido y la pandemia, y en parte por decisiones que nosotros mismos tomamos en ese entonces, como los retiros parciales de fondos previsionales, no es bueno. Pero eso no significa que venga un nuevo estallido mañana. Estas cosas no son lineales. El estallido significó también un enorme desgaste para Chile, y terminó con expectativas muy frustradas por nuestra propia responsabilidad: nosotros elegimos a dos órganos incapaces de hacer bien la tarea. El estallido prometía retroceder un paso para luego avanzar dos. Bueno, retrocedimos tres y no avanzamos ninguno. En ese escenario, puede haber malestar, pero huelo menos ganas de invertir tanta intensidad y meterle tanto vértigo transformador cuando la mayoría de la gente quiere estabilidad y recuperar el tranco perdido.
-¿Cree que el Caso Audios y sus repercusiones tienen el poder de retrotraer el escenario político a la ebullición vivida en el estallido, en que había la sensación de que era necesario reformarlo todo?
-Creo efectivamente que no habríamos tenido estallido social si no hubiéramos abonado el terreno con los casos de corrupción que destaparon en los años previos en la política y los negocios, desde las boletas falsas a las colusiones, desde las clases de ética a los curas pedófilos. El caso audio tiene componentes similares: percepción de abuso de las elites, que secuestran las instituciones en su beneficio. Ahora bien, sería raro que no hubiera corrupción en países como Chile. La clave es actuar a tiempo y enérgicamente. En otros países prefieren romper el termómetro para que no marque la fiebre. Yo creo que es mejor saber para aplicar las medicinas correspondientes.
-A propósito, viene el 18 de octubre. ¿Piensa que los sectores políticos han aprendido? ¿Qué lecciones no ha sacado la izquierda y la derecha, respectivamente?
-Creo que la derecha se equivoca a su propio riesgo cuando dice que hay un consenso respecto a que lo de octubre 2019 fue meramente un estallido delictual digitado por el Frente Amplio y los comunistas, con ayuda de sus aliados extranjeros, para sabotear a Piñera. Obviamente hubo mucho de violencia injustificada, pero la mayoría de la gente se compró la tesis del "Chile Despertó" y avaló los medios extrainstitucionales para conseguir cambios. La bronca plebeya que subyacía a la protesta social, esa rabia contra el establishment, no se ha esfumado, solo ha cambiado de forma. Lo de los audios debería recordarles aquello: puede que la mecha haya sido artificial, pero no es inteligente dejar que se seque el pasto para que prenda el fuego. Respecto de la izquierda, me gustaría pensar que entendieron que su actitud fue ambivalente frente a la violencia, en circunstancias que los verdaderos demócratas no esperan que su agenda avance a punta de amenazas y condiciones. Algunos fueron poco leales con el presidente en ejercicio, democráticamente electo, y pidieron su salida apenas la calle se puso brava. Eso demuestra débiles credenciales democráticas.
-Volviendo al Caso Audios, ¿cree que es necesario "legislar en caliente" y evaluar reformas ahora al Poder Judicial o los mecanismos de elección de tribunales o es mejor aguardar?
-No creo que sea legislar en caliente revisar las numerosas propuestas que se han elaborado para mejorar el sistema de nombramiento de los jueces. La facultad de derecho de la UAI viene hace rato poniendo ideas sobre la mesa. También lo hicieron los dos procesos constituyentes. Creo que hay un acuerdo en que se necesita un sistema que premie la calidad técnica y asegura la independencia e imparcialidad de la judicatura. Lo que hay que evitar es lo que está ocurriendo en México, que bajo pretexto de democratizar la judicatura, hace que los jueces sean más sensibles a la opinión pública que a la ley. Eso es un misil contra el estado de derecho, pilar de la democracia liberal. Menos mal no ha salido nadie en Chile proponiendo que los tribunales sean electos por voto popular.
- ¿Cree que la UDI comete un error al defender al exministro Chadwick?
-Tienen que decidir: lealtad a una de sus figuras más emblemáticas, allí donde pesan los afectos, o lealtad con el estado de derecho, donde no hay nadie por encima de la ley, y los afectos se domestican. Ellos fueron muy duros con RD a propósito del caso Convenios, pero al menos RD aplicó un cerco respecto de los involucrados. Los partidos políticos suelen tener doble estándar en este sentido; UDI no es la excepción.
-¿Cómo evalúa la reacción que ha tenido de la derecha frente al caso de Luis Hermosilla?
" El presidente Gabriel Boric ha estado impecable (en el caso Venezuela). Yo creo que el PC lo entiende. Tienen una joya de Presidente al lado de un tirano mafioso indefendible (Maduro). Pierden demasiado en su tozudez. No cuesta nada abdicar de Maduro. Es un cacho".
"No creo que sea legislar en caliente revisar las numerosas propuestas que se han elaborado para mejorar el sistema de nombramiento de los jueces".