El rey está desnudo
Patricio Vidal Walton , Ingeniero comercial y economista
El desarrollo del neoliberalismo global -una fase superior del capitalismo aplicado como sistema económico en una nación determinada-, el cual muchos denominan globalización, se ha traducido en una imposición de una forma de vida orientada hacia el consumo, muchas veces superfluo, que requiere de un modo de producción centrado en la acumulación y reproducción del capital. Todo ello en nombre de los más nobles valores que la humanidad ha podido formular: progreso y crecimiento constante (que no se sabe bien cuándo y dónde terminará, pero sin duda terminará); la libertad de comercio y de empresa (disfrazado de libertad para elegir) y un sistema político que supuestamente representa la voluntad popular: la democracia.
Este modo de producción basado en la preeminencia del capital (o la propiedad de los medios de producción), con la utilización de la tecnología en su beneficio, ha logrado socavar las dos fuentes originales de toda riqueza: la tierra (o recursos provenientes de la naturaleza) y el hombre. Las consecuencias, después de un siglo y medio, se están viviendo actualmente en todo el mundo y lo pronósticos son definitivamente pesimistas.
La teoría económica actual pretende tener las respuestas a estos problemas, pero en definitiva termina dando justificación ideológica al crecimiento infinito, la soberanía del consumidor y los mercados autorregulados. Las soluciones propuestas por los economistas apuntan a convertir todo en mercancía (un bien transable en un mercado y convertible en dinero), estableciendo derechos de propiedad privada sobre cosas que son patrimonio de todos en el planeta, sometiéndolas al intercambio mercantil, donde el precio es fiel reflejo de la necesidad y la escasez, y al acto de fe suprema que la tecnología asegura la perfecta sustitución de los factores de la producción.
Al igual que en el cuento de Hans Christian Andersen "El Traje Nuevo del Emperador", en el que finalmente un niño inocente pero veraz descubrió que el rey iba desnudo por la corte y todos se dieron cuenta de la realidad. Es lo que sucede con una mayoría de nuestros economistas neo liberales y analistas sociales que sostienen que quienes no se someten a la globalización y a la doctrina económica pasa a ser un inepto que nada entiende de economía o de un romántico que se quedo en el pasado, por no decir un estúpido.
El panorama es desolador, sobre todo porque la mayoría cree que de esta forma -siendo parte de la globalización y por la vía del crecimiento infinito- el país llegará al desarrollo como los países industrializados del norte. No nos damos cuenta que nuestros problemas no son los problemas de los países desarrollados y que esta división norte-sur sólo favorece a esos países y no a los nuestros y, en definitiva, que la riqueza futura (recursos humanos y naturales) están precisamente en nuestros países y no en su desarrollo que requiere de nuestras materias primas.
Moraleja: no porque todos crean una verdad, es verdad.