Necesaria adaptación del sector turístico
Las dramáticas cifras del rubro amenazan con derrumbar todo el andamiaje regional, sin que las autoridades pongan el foco en lo importante.
De acuerdo con una encuesta realizada por la Corporación Regional de Turismo a 223 empresarios, directores y gerentes de las más diversas empresas del rubro, el 70% de sus establecimientos están cerrados y, en muchos casos, prácticamente liquidados desde el largo paro iniciado con los desórdenes sociales de octubre del año 2019 y la insondable crisis sanitaria desatada por el covid-19 en Chile y el mundo.
Las ventas del sector, asimismo, registran una caída del 93% en este mismo período y algunos locales, como los restaurantes, deben apelar al servicio de delivery, que siendo optimistas no cubre más del 10% de los ingresos anteriores.
No es todo. Tal como lo ha dicho en repetidas ocasiones el presidente de la cámara de comercio y turismo de Viña del Mar, Rodrigo Rozas, y como ha refrendado la propia encuestada realizada por la corporación que encabeza Francisco Godoy, el acceso al financiamiento bancario ha sido, en el mejor de los casos, dificultoso, al ser consideradas empresas de alto riesgo por el sistema, lo que redunda en que las expectativas de existencia de las empresas, medianas o pymes mencionadas, no superen los setenta días.
Por lo mismo, el 43% de los sondeados evalúa decididamente la posibilidad de reconvertir sus giros de negocio. Ahora, ¿qué pasará por la cabeza del dueño de un hotel boutique, de aquellos que proliferaron durante los últimos años en Valparaíso, de un cowork o de un gimnasio? Aquellos que combinan alojamiento y comida han perdido cifras astronómicas y difícilmente podrán soñar con algún grado de recuperación durante los próximos meses. En términos de empleabilidad, el 42% de los encuestados reconoce haberse acogido al pacto de suspensión laboral. Otro 24% optó derechamente por la desvinculación de sus trabajadores.
Por estos días la Corporación Regional de Turismo se quiebra la cabeza intentando entender dónde debe enfocar su ayuda y recursos, comprendiendo que la temporalidad turística no volverá hasta dentro de mucho. ¿Qué necesita hoy el rubro turístico, acaso la actividad más virtuosa, que más utilidades reparte y tanta mano de obra genera en la Región? ¿Dónde poner las fichas para salvar, aunque sea en parte, el derrumbe total de la industria?
Las imágenes a nivel mundial nos muestran a turistas dentro de una suerte de cabinas transparentes en playas de Italia o restaurantes de Amsterdam. La prensa europea también nos habla de tomas de temperatura, distribución de mascarillas y guantes, e instalación de mamparas en los locales. En España, la Asociación Hotelera de Madrid ya levantó un protocolo de acción para la creación de Hoteles covid-free, con rutas especiales para circular por los edificios, limpieza espaciada en las habitaciones (para evitar el ingreso de personal) y refuerzo de desinfección en los espacios comunes. Los museos del Louvre o el Reina Sofía funcionarán sin aglomeraciones y con reservas previas y ya se presume que los destinos alternativos y poco masivos serán los favoritos. Como dicen en el Viejo Mundo, "el turismo post coronavirus será turístico o sencillamente no será".
Con todo, la esperanza debiera apuntar más que a la reconversión (ningún restaurante se sostendrá con delivery) a una adaptación darwiniana, entendiendo que los cruceros son muy bonitos, pero que quienes finalmente pagan las cuentas son los turistas que vienen de Santiago. Es allí donde Economía y Sernatur deben poner su habitualmente tan desorientado radar regional y acoplarse a la tendencia mundial. Tampoco es tan complicado.