La proyectada inversión de US$ 70 millones en la ampliación del puerto terrestre de Los Andes tiene varias proyecciones de beneficio para la Región y para el país. En primer lugar, en medio de la situación depresiva de nuestra economía, un proyecto de inversión de esta cuantía es señal importante para otros sectores que, castigados y todo, deben mirar el futuro.

Asociado a este desarrollo está el tema acuciante del empleo, pues las obras de ampliación del actual terminal significarán unas mil plazas de trabajo directas e indirectas.

Además, este proyecto entra en una materia de gran alcance, como es la utilización del modo ferroviario, tradicional sistema de transporte que, al menos en Chile, se ha dejado de lado por años, pero que recién está recuperando importancia.

Es así como la ampliación del actual puerto terrestre, contempla un ramal ferroviario bitrocha de 2,5 kilómetros que enlaza con la red de EFE que llega a Los Andes y así se conecta con todo el sistema entre Valparaíso y Puerto Montt y, específicamente, con los terminales portuarios de Valparaíso, San Antonio Quintero. De este modo los contenedores podrán llegar al terminal andino por la vía ferroviaria, de gran capacidad de carga, para ser transferidos a los camiones que cruzan la cordillera, o viceversa. Esta modalidad agiliza el transporte y favorece el uso de los terminales marítimos nacionales para el comercio de la costa atlántica del continente.

El proyecto ha sido desarrollado por la sociedad concesionaria del actual puerto terrestre, el grupo de inversiones Cointer, vinculado a la empresa española AZVI. El gerente general de Cointer, Juan Lacasie, declaró que "tanto el sector público y el privado tenemos que trabajar en conjunto y presentar proyectos para la recuperación del país y de la región".

En ese sentido la iniciativa considera un crecimiento del 50% del actual terminal de 25 hectáreas, sumando otras 20. Así el recinto en total podría acoger a más de mil camiones.

La ampliación implica la instalación de nuevas dependencias para las operaciones administrativas y de control, facilitando la fiscalización de cargas internacionales con destinos u orígenes nacionales o internacionales tanto del continente como de otros de la Cuenca del Pacifico.

Esta iniciativa privada significa un aporte directo a la comuna de Los Andes, por la demanda de servicios diversos que implica el movimiento internacional.

Por ahora, hay que agilizar el proyecto de ampliación del puerto terrestre, pero sigue pendiente el desafío de acometer un mejoramiento integral de la actual ruta entre Los Andes y el paso Los Libertadores, 69 peligrosos kilómetros, sin sepultar en el olvido la ambiciosa iniciativa de un túnel de baja altura entre Chile y Argentina.

Se ha debatido profusamente en los medios la idea de autorizar un retiro excepcional de un porcentaje de los fondos previsionales que cada trabajador tiene en su cuenta de AFP, con el objetivo de aliviar la alicaída economía familiar de muchos chilenos. Sin ir más lejos, en Perú se autorizó el retiro de un 25% como máximo por cotizante, cumpliendo ciertos requisitos.

Sin duda, el tema es complejo y tiene aspectos positivos, así como negativos. Para comenzar el análisis, una definición de ahorro es el sacrificio de consumo actual por consumo futuro. Desde ese punto de vista, el ahorro forzoso realizado en la AFP tiene un destino básico reconocido: ser utilizado para la jubilación de cada trabajador. Sin embargo, ante una emergencia como la actual pandemia, parece lógico utilizar parte de estos ahorros, puesto que pareciera que este dinero fuese más valioso (o necesario) ahora que en el futuro.

Desde mi punto de vista, me parece una solución viable y completamente entendible. Sin embargo, no hay que olvidar que autorizar el retiro presente de fondos destinados para el futuro tendrá un efecto allá. En ese sentido, hay que entender que la pensión de una persona es en función de la cantidad de dinero que se ahorre en un plazo definido y la rentabilidad que estos fondos obtengan durante este plazo. Por lo tanto, el retiro puro de fondos necesariamente tendrá un efecto negativo en las pensiones, dado que el monto dejará de rentar por los años venideros. No obstante, creo que el análisis está en explorar soluciones alternativas al retiro puro.

Una alternativa sería hacer el retiro y devolverlo mediante un aumento de la cotización, aumento que podría ser compartido entre el trabajador, el empleador y el Estado. Otra vía sería que cada cotizante devolviera el monto rescatado a través un pago mensual distinto a la cotización cuando la economía retome la senda. Eso sería como solicitar un préstamo a la AFP de mis propios fondos, el que podría ser con o sin intereses. En caso de ser con intereses, ese incremento debería ir directo como ganancia a la cuenta del trabajador. Lo positivo de estas alternativas es que el impacto en las pensiones sería menor y podría hacerse a través de las plataformas de la misma AFP, vale decir, con costos de transacción cero.

En el escenario que no se quisieran devolver los fondos, sin mayor deterioro de las pensiones, una solución sería aplazar la edad legal de jubilación para quienes hagan el retiro o incentivar con rebaja de impuestos a quienes decidan devolver los retiros.

El tema tiene varias lecturas y alternativas, pero, a priori, no me parece una idea que deba ser desechada en absoluto, sobre todo pensando en la clase media que ha visto mermado sus ingresos por la pandemia y que tiene fondos de pensiones más significativos que los sectores más vulnerables, así como capacidad de empleo futuro y, por lo tanto, más probabilidad de recuperar el retiro realizado.

Sin embargo, en este tema es fácil caer en discursos demagógicos o populistas, por lo que mi llamado es a realizar un análisis técnico sobre la base de las alternativas planteadas y otras que pudiesen existir, sin perder de vista los objetivos reales del retiro.

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