La impugnación de la adjudicación de una obra pública no es novedad. La o las empresas, cuyas presentaciones han sido rechazadas, tienen todo el derecho a objetar la decisión de la autoridad que ha entregado la operación a una entidad determinada.

Es lo que ahora ha ocurrido con la adjudicación de las obras de mejoramiento del Camino Costero entre Reñaca y Concón, trabajo adjudicado por el Servicio de Vivienda y Urbanización (Serviu), a la empresa constructora Trébol Ltda., por la cantidad de $ 7.418.630.555.

La obra comprometida es una primera etapa del necesario mejoramiento de esa importante vía y se debe ejecutar en un plazo de 392 días.

Tras la decisión adoptada por el Serviu el 28 de febrero pasado, la empresa Waldo Sánchez, oponente descartado, impugnó esa decisión ante el Tribunal de Contratación Pública, señalando supuestas irregularidades, ya que la Constructora Trébol Ltda. no estaría cumpliendo con las bases de la licitación. Indica el reclamante que "las omisiones u errores en las ofertas resultan trascendentes para la validez de las mismas". Agrega que la licitación debería ser declarada fuera de base, "ya que no se trata de un error sin trascendencia y no esencial, es un error de fondo, al cual concurre la máxima gravedad, ya que involucra un gasto adicional y no contemplado en la etapa de ejecución y una gravísima falta que atenta en contra de la igualdad de los oferentes". Paralelamente, se presentó un requerimiento a Contraloría, organismo que precisamente debería dar curso a la adjudicación cuestionada.

El Serviu, desestimando la impugnación, afirma que "el proceso licitatorio fue ejecutado en el marco legal" y agrega que "los argumentos del reclamante son meramente formales", aclarando que la acción judicial no afectaría el desarrollo del proyecto, el cual no tiene aún fecha de inicio.

En este caso, con una acción judicial que está dentro de lo normal, aparece un punto pendiente, como es la supuesta falta de firma por parte de Trébol al contrato correspondiente, materia que el Serviu calificó como reservada al ser consultado por este Diario. Curiosa reserva sobre una materia donde está en juego la ejecución de una obra pública con recursos públicos. Entramos ahí al ineludible tema de la transparencia, conducta esencial en todo acto de la administración pública. Finalmente, es importante una pronta resolución del recurso judicial, que en gran medida "amarra" a cualquier decisión de Contraloría.

Despejar dudas en este caso, más allá de intereses privados, refiere a una cuestión de alto interés público, como es la pronta iniciación del mejoramiento de una ruta importante, con creciente movimiento, que hoy se encuentra en deplorable estado, afectando la conectividad intercomunal y el patrimonio turístico de un extenso sector.

Hace pocos días, muchos pudimos, en esta aldea global, ser testigos de la visita del Santo Padre a Irak. Una tierra destruida del Medio Oriente. Las informaciones han pasado ante nuestros ojos por decenios, mostrando el horror de las guerras, del odio, de la destrucción, de los genocidios, de las crisis humanitarias, de la persecución al creyente, que han marcado este lugar del mundo. Hasta allá llegó Francisco con su paso cansado y la fuerza superior de su espíritu, con su oído presto a escuchar, con sus ojos penetrando profundo en esa historia presente, sin mirar los riesgos que su presencia podía tener sobre su vida misma. Afirmado en la convicción de su Fe, se encontró con la iglesia local, con las autoridades nacionales, con los líderes de otras confesiones, con el pueblo, solo para instar a la fraternidad humana.

Observar los momentos de la visita a través de la televisión, ayudaba a tener sensibilidad sobre el significado profundo de lo que estaba sucediendo. Era una experiencia especial, como penetrar en la historia de la religiosidad y de muchos otros ángulos humanos, en los orígenes de conflictos sin rasgos de misericordia, en las interrogantes acerca de las luchas fratricidas. Escuchar los discursos de los líderes iraquíes hacía comprender el valor que daban a la presencia de este hombre, al traer a nuestra mente los horrores cercanos en el tiempo, donde el dogmatismo y el desprecio por la vida de los otros habían capturado esa tierra. Un momento notable, expresión de lo posible, fue su encuentro con el Gran Ayatollah Al-Sistani; basta verles juntos para confirmar la imagen que dice mil palabras. Otro instante de mayor impacto sucede en la oración interreligiosa en la llanura de Ur, "lugar reconocido por musulmanes, judíos y cristianos como la tierra desde donde fue llamado el Patriarca Abraham". Una hermosa prueba de una tierra que es común, en que se hace posible el encuentro.

El testimonio de un sacerdote iraquí dice: "Desde 2003, solo se habla de este país en referencia a las guerras, al terrorismo, a los atentados de los extremistas islámicos". Entonces, alaba el esfuerzo de un hombre de más de 80 años que logró lo que "los líderes del mundo no pudieron hacer, encontrando a la gente". "En tres días fue al sur, al centro, al norte para animarnos, para decirnos 'no tengan miedo', para afianzarnos en la fe, en la convivencia pacífica". Un medio de comunicación señala que este sacerdote se detiene en el mensaje pronunciado, en un suelo de lágrimas, que los cristianos son la sal y la luz del mundo: "Nos recordó que el perdón y la amistad son la fuerza del cristianismo y que la venganza no beneficia a nadie". Hay en esta visita rasgos que la hacen única cuando en lenguas diversas, en ritos de la tradición, se exalta la fraternidad como el camino.