Agro en emergencia, recursos e innovación
La crisis hídrica que azota al país tiene una de sus peores expresiones en los campos, afectando la productividad y también a las personas. Debemos formular una política hídrica -actualmente no existe- que considere las necesidades de agua para el uso humano y productivo, optimizando el uso del esquivo recurso e innovando con soluciones nuevas.
El decreto que declara emergencia agrícola en las regiones de Valparaíso, Coquimbo, O'Higgins y Maule es el reconocimiento oficial a la grave crisis hídrica que azota a todo el país con especial gravedad en los campos.
Mediante esta declaratoria se destinan 8 mil millones de pesos para ayudar a paliar el problema, cantidad a la que se sumarán recursos regionales. Se podría afirmar que la cantidad es insuficiente y también que la medida es tardía. Como sea, ahí están los recursos y es urgente agilizar y focalizar la inversión, de tal modo de apagar este grave siniestro que afecta a las regiones señaladas.
Hay reconocimientos oficiales a la medida, como era de esperar, pero en ese mismo sector hay observaciones lógicas, como la formulada por la diputada Camila Flores (RN), quien sostiene que "no es posible que cada cierto tiempo se tenga que estar actuando sobre hechos consumados, tenemos que anticiparnos a este tipo de situaciones". Anticiparse es la conducta que se debe adoptar ante muchos problemas que son reiterados y que se vienen agravando cada vez más, como ha sido el caso de la sequía que, afirmación muy recurrida, llegó para quedarse.
Para el diputado Diego Ibáñez (CS), la medida oficial resulta insuficiente e insiste en la aplicación de una norma que redistribuya los derechos de agua "para que frente a la crisis climática no se salven solo los que tienen más plata". Dejando de lado las consignas, hay que convenir que en esta crisis, como en el naufragio del "Titanic", se ahogan pobres y ricos y es necesario mirar al futuro junto con atacar con realismo y recursos la contingencia.
Se afirma que la megasequía se debe a una masa de agua cálida en el Pacífico frente a Nueva Zelanda, fenómeno presente hace décadas, pero que se acentúa debido al cambio climático. ¿Cambiará esa condición? Deberíamos ver una reversión hacia condiciones más normales, afirma el climatólogo René Garreaud, de la Universidad de Chile. Pero si bien vamos a tener cierta mejoría, advierte que "no volveremos a los años extremadamente lluviosos del pasado".
Esa es la realidad frente a la cual debemos formular una política hídrica -actualmente no existe- que considere las necesidades de agua para el uso humano y productivo, optimizando el uso del esquivo recurso e innovando con soluciones nuevas.
En medio de dudas a partir de nuestro negacionismo genético, se avanza en el sistema de desalado del agua de mar, modalidad que puede ser perfeccionada evitando externalidades que afecten a la población, y en lo agrícola hay que considerar nuevos cultivos con especies que consuman menos agua y logren mayor rendimiento. Por cierto, no se pueden eludir modificaciones legales, pero teniendo presente que las leyes no son mágicas ni hacen llover.