PROPUESTA DE VALOR Y PersPECTIVA DEL CLIENTE
GESTIÓN. Presentación de un modelo basado en la facilitación de beneficios y el alivio de frustraciones de los clientes
La propuesta de valor es un componente central de todo modelo de negocio y un término frecuentemente utilizado por personas ligadas al mundo del emprendimiento, la innovación y la gestión de organizaciones. No obstante, existen tantas definiciones de este concepto como cantidad de interlocutores que lo utilizan, lo que puede atentar contra su correcto diseño e implementación. En este artículo se presenta un modelo desarrollado por el equipo liderado por Alex Osterwalder, creador del lienzo del modelo de negocio, el cual propone una metodología para su elaboración con un enfoque en el cliente.
DEFINICIÓN
El concepto de propuesta de valor data de fines de la década de los 80 y es atribuido a los consultores de McKinsey & Co, Michael Lanning y Edward Michaels, quienes lo concibieron como una herramienta estratégica para comunicar los beneficios de los productos o servicios ofrecidos por una organización, destacando aquellos factores que los diferencian de sus competidores. Nuevas definiciones se han distanciado de esta visión arraigada en el oferente y han sido reformuladas desde la perspectiva del cliente. Por ejemplo, Osterwalder y Pigneur plantean que las propuestas de valor son "el motivo que explica que un cliente se acerque y realice algún intercambio con la organización". En otras palabras, quien define la propuesta de valor de una organización son sus clientes, no sus ejecutivos.
UN ENFOQUE
EN EL CLIENTE
Antes de definir una propuesta de valor es necesario investigar qué objetivos persiguen los clientes al usar un producto o servicio, junto a las frustraciones y beneficios que experimentan antes, durante y tras su utilización. Con esta información las organizaciones pueden comenzar a desarrollar su propuesta de valor en base a cada uno de los tres componentes señalados. Para facilitar la explicación del modelo, se desarrollará un ejemplo basado en un banco.
El primer componente de la propuesta de valor se relaciona con los objetivos buscados por los clientes. Éstos pueden ser de naturaleza funcional, social o emocional. Por ejemplo, en un banco los clientes pueden buscar desde la compleción de tareas concretas, tales como realizar transacciones en línea, a otras más subjetivas tales como la percepción de exclusividad al acceder a una tarjeta de crédito específica o de tranquilidad al sentir que su dinero está en un lugar seguro. El banco debe identificar todos los objetivos perseguidos por sus clientes actuales y potenciales y reflexionar cómo su oferta de productos y servicios contribuyen al logro de éstos. Como no todos los clientes son iguales, este ejercicio debe ser realizado para todos los segmentos relevantes a la organización.
El siguiente componente guarda relación con las frustraciones que podrían experimentar los clientes. Por ejemplo, éstas pueden deberse a problemas con los productos y servicios (mala atención en la sucursal), obstáculos que les impiden lograr sus objetivos (sistema web inestable) o potenciales riesgos asociados al uso del producto (clonación de tarjetas). En función de éstas, la propuesta de valor del banco debe incorporar innovaciones a sus productos o planes de acción que permitan evitar o al menos aliviar las potenciales frustraciones ocasionadas a sus clientes.
El tercer componente de la propuesta de valor se relaciona con los beneficios que pueden disfrutar los clientes gracias al uso de los productos o servicios ofrecidos. La naturaleza de estos beneficios depende de los objetivos perseguidos por el cliente (funcional, social y/o emocional) y sus expectativas. Algunos pueden ser esperados y exigidos por los clientes (acceso 24/7 a cuenta en línea), mientras que otros pueden ser deseables (rentabilidad sobre el promedio en inversiones) o inesperados (descuentos en tiendas).
La organización debe velar por que sus productos y servicios efectivamente logren generar los beneficios esperados por los clientes enfatizando aquellos considerados más importantes por éstos y que permitan sobresalir frente a los competidores.
En conclusión, una propuesta de valor centrada en los clientes no es un mero recurso comunicacional. Una organización debe desarrollar tantas propuestas de valor como segmentos de clientes posea. La materialización de éstas dependerá de qué tan alineada se encuentre con los demás componentes de su modelo de negocio. Esto es fundamental para evitar la realización de promesas imposibles de cumplir.