Claridad en petición de los pescadores
Los artesanales deben despejar el real alcance de sus peticiones y sincerar si sus exigencias son propias o de los abogados que les representan.
¿Qué quieren realmente los pescadores artesanales de la ex Caleta Sudamericana? La pregunta yace como mar de fondo en toda la explicación que entregó el ministro de Economía, Lucas Palacios, cuando junto a la subsecretaria de Pesca, Alicia Gallardo, habló ayer en un improvisado punto de prensa armado en Valparaíso, porque el titular de la cartera no era bienvenido en las caletas de Quintero, donde se iba a realizar, en principio, la reunión evaluativa de los acuerdos suscritos con los artesanales, el viernes 22 de octubre.
El conflicto viene de mucho antes. Viene del incumplimiento al compromiso adquirido por el Gobierno de la época cuando hace ocho años se definió que los pescadores de la Caleta Sudamericana debían emigrar para permitir los planes de expansión portuaria. Ocho años tuvo el Estado para zanjar un problema que afecta a más de 200 pescadores, a los oficios vinculados a la limpieza, traslado y venta de sus productos, además de sus familias. Ante el cumplimiento de los plazos establecidos y la falta de claridad de la autoridad, los pescadores decidieron meter presión desde el mismo puerto de Valparaíso. Para apurar las negociaciones, prendieron fuego a algunos neumáticos ubicados en el terminal y agitaron las aguas de la poza de abrigo con incidentes que, como ocurre siempre en este tipo de situaciones, perjudicaron a terceros, sin lograr ningún avance significativo en la solución del conflicto. De allí que sigue vigente la pregunta: ¿qué quieren realmente los pescadores de la ex Caleta Sudamericana?
El Gobierno ya definió que el lugar de trabajo definitivo para los artesanales será Roca La Baja, en Valparaíso -elegido por los propios pescadores-, y que mientras eso ocurre los trabajadores podrán quedarse en El Manzano o El Membrillo. Para que puedan trabajar adecuadamente en dichos lugares, el Ejecutivo también entregará aportes para mejorar la infraestructura, ayuda para movilizarse y fondos para renovación de motores, por un total de $ 1.890 millones.
Sin embargo, como ocurrió desde un principio, Palacios descartó indemnizar a los pescadores con los $ 450 mil mensuales que exigían para cada uno, los que en tres años -tiempo en que estará lista la caleta nueva- suman $ 4 mil millones. Sobre ese punto, expuso el ministro por enésima vez, no es posible encontrar acuerdo, porque los montos exceden con largueza las posibilidades que tiene el país. La solución, en ese sentido, es que los interesados interpongan una demanda contra el Estado, para que la Justicia defina montos y pagos. Sin embargo, los pescadores insisten en que radicalizarán sus movimientos, incluso con la amenaza de paralizar el puerto de Valparaíso, si no se accede a sus peticiones íntegras, entre ellas el improbable uso del sector Barón como lugar provisorio de trabajo. "Llevamos 86 días sin trabajar y la gente está desesperada, vamos a mandar a buscar el resto de las embarcaciones a Quintero. (...) Nosotros no estamos pidiendo tanto. Si no quieren pasar el Muelle Barón, pueden facilitarnos un sector de la costanera", decía el jueves un dirigente de los artesanales. Los pescadores piden un lugar para trabajar y tienen disposición a discutir alternativas, reconoce el ministro Palacios, quien enseguida desliza que no está tan seguro si es lo mismo que piden los abogados involucrados.