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Poesía oportuna para Valparaíso

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En estos días crispados en que la violencia tiene buenos abogados, un libro de poesía es un oportuno calmante. Reflexión que puede aparecer demasiado optimista, pero espontánea al enfrentarnos a ese volumen de casi 700 páginas que encierra toda la obra poética de Sara Vial.

Es un regalo que nos llega fresco, recién salido de la imprenta, que nos trae nuestra amiga Eugenia Garrido, que junto a Patricio González G., Natalia Muñoz R. y José Antonio Luer, admiradores de la obra de Sarita, trabajaron con entusiasmo para cumplir una idea medio loca, difícil, surgida en una tertulia celebrada en la porteña Casa de Lukas, allá en el Paseo Gervasoni. La iniciativa se concretó en un proyecto financiado por el Fondo del Libro del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio.

El nieto

Personaje decisivo en ese rescate fue José Antonio Luer, joven poeta y dramaturgo, nieto de Sara Vial, quien inspirado en la propuesta acometió la tarea de compilar la obra de la poetisa porteña fallecida en 2016, no solo la obra conocida, sino que aquella dispersa salvada ahora del olvido y del silencio definitivo guardada entre muchos recortes, cuadernos, sobres y bolsas hogareñas de la artista.

En las palabras de inicio de la obra escribe ese nieto cariñoso:

"He recopilado con sigilo cada uno de tus versos, hasta los más escondidos… Ahora ya existe el libro, se integra a este mundo físico que no es el mismo que pretende aislarnos con vendavales y andanadas. He oído que la poesía ya pocos la leen. Qué absurda época estamos viviendo. Por eso estas hojas son esperanza, no solo para ti, que eres el puente aún, sino por los ojos que cabrán en el sentimiento que ha quedado grabado, como un talismán escondido en una cueva".

Manuel Peña, otro porteño de la república de las letras, escribe en las primeras páginas de la libro que "de la observación detallista de lanchas y volantines nacen sus poemas porteños y también de sus propios recuerdos porque siempre regresó en pensamiento a la calle Urriola de la infancia, a la calle Abtao, al pasaje Pierre Loti y a la iglesia anglicana con su plazoleta de los catorce asientos… son poemas que nos traen el vuelo de las gaviotas, la fragancia del viento norte, las campanadas del reloj Turri, la música de un piano tocando un vals y el sonido del ascensor del cerro Concepción llegando al paseo Gervasoni".

"A Sara vamos a recordarla siempre alegre y reidora, de brillante conversación, siempre con una punzante nota de humor. Este libro nos devolverá su sonrisa y su palabra hecha viento y poesía. Fue viajera incansable, descubridora de secretos, nostálgica de escaleras y soñadora errante, más allá del mar y de las nubes. Un libro necesario para degustar sin prisa en el silencio de una tarde", concluye Manuel Peña.

Presencia de neruda

Entrando a la antología nos encontramos con "La ciudad indecible" (1958), prologado por Neruda, quien hace un incomparable retrato de la poetisa:

"Esta Sara es trinadora, nació tal vez para despepitar la autora anunciando los rayos y el arrobamiento del día… Es antigua y desigual, reminiscente y fogosa, niña antigua con piano enlutado y corazón extremadamente eléctrico".

Edición de solo 500 ejemplares, imposible de encontrar, hoy es rescatada en la antología junto a otros títulos como "Un modo de cantar", presentado por Juvencio Valle, quien la llama a mantener su trino "para que la primavera no se apague".

"Viaje en la arena" está dedicado a Jorge, su esposo, tiene aires de esa familia que formó. Allá estuvimos en la centenaria casa de la Calle Abtao, cerro Concepción. Ceremonia sencilla y, después nos cuenta Sara, luna de miel cercana, lluviosa y fecunda, en Olmué.

"En la orilla del vuelo", María Luisa Bombal, su amiga, escribe que "hoy en día que el poeta parece querer despojar a la poesía de su poesía, tú vienes a devolverle esa esencia perdida, el corazón".

En la obra porteña de Sara está "Solo el viento", ese que sacude a la ciudad y que la lleva a recordar a su amigo Camilo Mori, ilustrador de algunos de sus trabajos.

Repasa Sara la historia de Chile en "Mi patria tiene forma de esperanza", donde los poemas recorren mar, cordillera, campos, sin olvidar la bandera ni la cueca junto a evocaciones de Manuel Rodríguez, Lord Cochrane, Prat, O'Higgins y Gaspar Cabrales, "niño muerto en el mar" al sucumbir la "Esmeralda".

Emocionante resulta el capítulo que cierra el libro, "Últimos poemas", en que su nieto José Antonio Luer recoge el trabajo inédito de Sara "en un recorrido íntimo y delirante de lo que fueron los últimos sentimientos de la poeta, los espasmos de una pluma que no dejó de batirse en medio del inverosímil estado de inquietud del alma".

Los ejemplares de "Sara Vial, obra poética reunida" serán entregados a bibliotecas de colegios porteños como una invitación a que profesores y estudiantes recorran un trabajo creador íntimamente inspirado y ligado con la ciudad. Iniciativa valiosa, un regalo de poemas que le hace bien en estos días a la "ciudad indecible" que asombró a Neruda y sobre la cual esa Sara trinadora escribe:

"Escapas desde el mar, no te detienen las riendas del vacío, ¡en ti la gravedad es una rosa de fresco desvarío!".

por segismundo