"El malestar social no es un invento de violentos, sino un sentir legítimo de quienes se esfuerzan y no surgen"
Antes del primer debate presidencial del pasado 23 de septiembre, el candidato de Chile Podemos Más, Sebastián Sichel, aparecía como el único capaz de competirle a Gabriel Boric en una segunda vuelta. Sin embargo, al día siguiente, el análisis anticipaba el derrumbe de sus pretensiones a manos de José Antonio Kast, especialmente si este último comenzaba a disputar el centro político. Con el tiempo las encuestas fueron traicionando a Sichel quien, al día de hoy y según la Cadem, aparece quinto, por debajo de Franco Parisi y Yasna Provoste.
Ayer, la carta presidencial estuvo en la Ciudad Puerto y conversó con El Mercurio de Valparaíso de su presente y sus expectativas de cara a la elección presidencial del 21 de noviembre.
- Luego del discurso de la libertad de acción, ¿lo suyo con Chile Podemos Más quedó como una relación abierta o es un matrimonio consolidado?
- (Se ríe) Una relación abierta es como la modernidad, pero yo siempre he sido fiel a lo que hago. Si hubiera perdido la primaria, estaría apoyando a Joaquín Lavín con todo mi espíritu, pero hay algunos que quieren ser polígamos o quieren tener relaciones por fuera que, en el fondo, son los que engañaron la promesa que le hicieron a los chilenos y tienen que dar explicaciones.
-¿Le dolió lo que hicieron algunos parlamentarios de la UDI?
- Para mí, la palabra, la lealtad, el honor y el respeto son valores importantes en política. Me los enseñó mi abuelo cuando me crio. Muchos demostraron que sus convicciones son tenues respecto al compromiso político colectivo.
- Con los reclamos de que su campaña está financiada por empresarios del gas, con los desmarques de la UDI y la renuncia de sus colaboradores más cercanos, en lo más íntimo, ¿cómo ha llevado estas últimas semanas tan vertiginosas?
- Viéndolas como un ataque permanente, lleno de mentiras. Lo del lobby es una mentira. Hemos visto sistemáticamente una especie de agresión permanente tanto a mí como a mi familia. Es doloroso ver una política que es todo lo contrario a lo que yo esperaría.
- ¿Qué me dice de una autocrítica?
- Que perdí demasiado tiempo en la conversación de la política chica. Hay que entender que no llegué a ser candidato por ser un político profesional, sino, probablemente, por haber sido ministro de Desarrollo Social o por cumplir un rol importante en el Banco Estado.
- ¿Salió más fuerte o se desgastó en estas últimas semanas de crítica permanente?
- Todavía conservo la convicción de que vale la pena esta candidatura para terminar con la farandulización de la política y con ciertos personajes que han sido oportunistas y que criticándome buscan la supervivencia personal.
- ¿Quiere decir que hay intereses cuyo objetivo es bajar su candidatura o desacreditarlo?
- Obvio. Hay mucha gente que está convencida de que ellos son los únicos con derecho a participar en política y les conviene la polarización, el odio, la rabia, la destrucción de las personas, porque siguen ahí y mantienen sus posiciones. Esa organización de la sociedad les beneficia, pero en esto soy porfiado, como lo he sido toda mi vida. Creo que hay que construir esperanza, optimismo sobre el futuro.
- ¿Esa gente que menciona tiene nombre y apellido o se refiere más bien a un problema general de la política?
- Hay un sistema político que se basa en poner palos en las ruedas a la bicicleta. Hablo de la extrema izquierda que lo que quiere, finalmente, es destruir a cualquiera que no sea de su sector, que es lo que hemos visto durante todo este tiempo y, más recientemente, en el debate de la acusación constitucional al Presidente. Pero también hay otro sector polarizado y autoritario que está tratando de gatillar miedo en los ciudadanos para movilizarlos contra esa izquierda. Hay dos sectores que ganan mucho con la polarización.
- El debate mismo de la acusación constitucional generó un muro en el Congreso. Imagino que en esas condiciones no le sería muy cómodo gobernar.
- Nadie en el debate de la acusación contra el Presidente pensó en los efectos que algo así tiene sobre los chilenos, que son los que terminan pagando el pato de la polarización. Son los que trabajan todos los días, que viven con la incertidumbre constante de si se va a crear otro estallido social o no. Hay una especie de responsabilidad colectiva en torno a este clima de violencia o a esta forma de hacer política, que es más bien un show y cuyos responsables nunca pagan los costos.
- ¿No cree que en el mercado de la política hay una demanda por más polarización?
- La gran mayoría silenciosa de los chilenos no quiere estar en un solo lado de la polarización. Quieren que haya más carabineros en su barrio, quieren que se saque al narco, pero también que los atienda el Estado, que éste les entregue los servicios a tiempo. Creen que lo uno o lo otro traerá un clima de ingobernabilidad, que solo le conviene a los que ejercen la vieja política.
- ¿Gabriel Boric y José Antonio Kast representan a la vieja política según usted?
- Lo que me pregunto es cómo van a construir mayorías, sacar adelante las reformas en el Congreso o darle estabilidad al país. Ahí aparezco yo, diciendo que se pueden hacer ambos proyectos al mismo tiempo. Que el malestar social no es un invento de violentos, sino un sentir legítimo de quienes se esfuerzan y no surgen. Y que recuperar el Estado de derecho es una demanda de chilenos que trabajan todo el día y lo único que quieren es dormir tranquilos.
- Analistas como el politólogo Mauricio Morales, de la Universidad de Talca, plantearon abiertamente que su discurso de la libertad de acción era un claudicar, un reconocer la derrota. ¿Cómo lo ve?
- Primero, tengo que hacerme cargo de esos analistas, que son los mismos que, dos días antes de la primaria, decían que no tenía ninguna posibilidad de ganar. Esos analistas son así, repiten fórmulas y no se responsabilizan de los errores que cometieron en el pasado.
- ¿Se van a tener que desdecir después del 21 de noviembre?
- Van a andar explicando por qué la gran mayoría de los chilenos nos dio el paso a segunda vuelta. Los analistas políticos, en general, tienen que ver con una política que se mira el ombligo. Analizan la política siendo militantes de partidos y hablan todo el día de política, mientras que lo primero que hicimos nosotros, desde enero, cuando nadie daba un peso por mi candidatura, fue hablar de las personas.
"Hay algunos que quieren ser polígamos o quieren tener relaciones por fuera que, en el fondo, son los que engañaron la promesa que le hicieron a los chilenos".
"Como autocrítica, (…) perdí demasiado tiempo en la conversación de la política chica. Hay que entender que no llegué a ser candidato por ser un político profesional".