Correo
Honor a nuestras madres
En los días de "lo políticamente correcto" que nos agobian, cabe destacar tanto la columna de don Gonzalo Ibáñez S.M. con el mismo título de esta carta (20 de febrero), como la pluralidad que ha mostrado El Mercurio de Valparaíso por "atreverse" a publicarla.
Allí, contra la avasalladora corriente del progresismo, Ibáñez levanta su voz contra la ideología de género que, bajo el pretexto de dignificar y proteger a la mujer, ha menoscabado su insustituible papel en la procreación y formación de sus hijos. No está en cuestión el trabajo femenino extrahogareño, sino el hecho de presentar esa opción como si fuese el único camino para la realización personal de la mujer, desvalorizando su trabajo en el hogar al cuidado de su prole.
La columna finaliza con el hermoso y ya tan olvidado poema "Retrato de una madre", de Monseñor Ramón Ángel Jara (1825-1917). Por ese solo recuerdo, bien vale la pena la lectura del citado artículo.
Miguel Á. Vergara Villalobos
Igualdad de género
Ya es costumbre que las mujeres hablen de que deben ser iguales a los hombres, a rajatabla. Se han establecido cupos sagrados en empresas, en la educación, en la salud, en el Poder Legislativo, etc. Pero ocurre que no todas las mujeres aspiran a esa igualdad, pero se sigue insistiendo en forzar eso y frente a ello se eligen personas que, claramente, no califican; y como los cupos hay que llenarlos, se busca personas no capacitadas para ir a cubrir la brecha de "desigualdad".
Es de esperar que esto pare y que el país vaya progresando conforme sus propias realidades y no se estén forzando conductas importadas, para que así podamos ser felices sin tanta presión por la competencia.
Guillermo Díaz Orellana
Paridad
La semana pasada tomamos conocimiento que el pleno de la Convención aprobó que "la función jurisdiccional se regirá por los principios de paridad y perspectiva de género". Esta semana hemos sido informados por algunos constituyentes que el principio de paridad se aplicará solo en favor de las mujeres y nunca de los hombres.
Para ponerlo "en bonito", se dice que es una "discriminación positiva" en favor de la mujer, mientras otros, sin desparpajo alguno, explican que se trata de un "piso y no de un techo". Lo concreto es que al aplicar el criterio de paridad se discrimina en razón del sexo, perjudicando a los jueces y funcionarios hombres para favorecer al sexo femenino.
Para explicar, el siguiente ejemplo: si en la composición de una Corte de Apelaciones hay más ministros mujeres, eso no se corrige para lograr la paridad; en cambio, si hay más ministros varones, sí se corrige para obtener la paridad. Lo mismo sucederá en todos los cargos del Poder Judicial. Explicado de otra manera: si para lograr la paridad es necesario agregar una mujer, se hará; en cambio, si es necesario agregar un hombre, no se hará. Lo digo más claro, la paridad no se aplica para los hombres, solo para las mujeres.
Estimo que lo anterior no es paridad, sino criterios de género basados en una especie de feminismo desatado y revanchista que busca imponerse en nuestro país.
¿Tendrá el "todavía" Poder Judicial el coraje de poner las cosas en su lugar y reclamar por esta injusta discriminación a que la Convención somete a sus integrantes varones? Noticia en desarrollo.
Francisco Bartolucci J.
Proceso "destituyente"
Dado el rumbo que viene tomando la Convención Constitucional y las disparatadas normas que han sido aprobadas en varias de sus comisiones, pienso que el proceso constituyente en curso no es tal: es un proceso "destituyente".
Afirmo lo antedicho porque la mayoría de los convencionales constituyentes pretende destruir la nación chilena y la esencia de un régimen democrático, desmantelar completamente el orden institucional vigente -la destrucción del actual orden político, social y económico- partiendo de una "hoja en blanco". Ello significa que no se cambiará una norma vigente por otra mejor, pues no habría nada con qué comparar.
La Convención Constitucional, refundacional y revolucionaria, es la peor amenaza contra la unidad nacional y para nuestra convivencia en armonía y libertad.
Adolfo Paúl Latorre
Amarillos por Chile
Recientemente, cerca de 70 personas, agrupadas en "Amarillos por Chile", hicieron pública una carta manifestando su preocupación por el devenir de la Convención Constitucional. La iniciativa, liderada por el escritor Cristián Warnken, fue respaldada, en su mayoría, por exconcertacionistas.
Más allá de la legítima crítica intelectual del conglomerado al devenir de la Convención (y sus convencionales), lo cierto es que este lote refleja no solo la endogamia en que ha caído el debate político local, sino también esa búsqueda permanente por jugar a la silla musical: buscar espacios, a riesgo de una incapacidad política anunciada, con tal de mantenerse en el ruedo e intentar, de la forma que sea, influir y mantener un mínimo grado de vigencia en la discusión pública.
Bien podemos inferir que los "Amarillos Por Chile" sean fuertes en los medios, más no necesariamente en las urnas pensando, por ejemplo, en el plebiscito de salida de la nueva Constitución: la ausencia de la "señora Juanita" adhiriendo a su misiva, una donde pululan apellidos propios del abolengo y tradición política, les deja en evidencia: mucho de elite y poco (o nada) de calle.
Rodrigo Durán Guzmán
El afán de destruir
Poco se saca con crear algo nuevo hoy, sea hermoso, educativo o fantasioso. Todavía no lo terminas y los cabeza hueca lo están destruyendo. Nada perdura ya. En nuestro país existe algo que está muy arraigado: la idea de la destrucción, matar lo bueno y que perdure lo malo. Parece ser que esa es la consigna de hoy. Abundan los chaqueteros, envidiosos, aquellos que reaccionan ante un mural que embellece, rayándolo con pintura negra para que nadie más lo vea.
¿Quiénes son estos pelusones que jamás han pisado un colegio, que tienen la cabezota llena de algodón? Son hijos de nuestra tierra, pobres desgraciados que nunca tuvieron el cariño de su madre. Yo los perdono. Están en el abandono. El gobierno nunca se preocupó.
Renato Norero V.