Medidas inmediatas contra el crimen
El doble homicidio ocurrido en Playa Ancha es un caso arquetípico para el nuevo comité contra el crimen organizado, de reciente creación.
Aunque ambos son hechos marcados por la violencia y cercanos en el tiempo, el horrible asesinato del reconocido folclorista y compositor Hernán Olguín Menay, ocurrido en su casa durante un robo increíblemente mezquino en sus resultados, corresponde a una situación distinta al terrible doble homicidio perpetrado por un pistolero en Playa Ancha, la noche del lunes. El sujeto, ampliamente buscado, disparó más de 20 veces sobre el auto donde se encontraban dos jóvenes de 19 y 20 años, pareja al parecer, quienes fallecieron por la gravedad de las heridas, en tanto que una menor permanece en riesgo vital debido a los balazos que recibió en su calidad de acompañante de las víctimas. Ambos casos, sí, son ejemplo del devastador impacto que tiene la proliferación de armas de fuego en manos de delincuentes, un problema que debe estar siempre entre las prioridades de la autoridad, porque la disponibilidad de pistolas, escopetas y artillería hechiza delimita el rango de violencia que alcanza cualquier escalada delictual y el impacto real sobre la población dependerá del poder de fuego que sean capaces de portar el delincuente solitario o la banda organizada. Pero allí termina la equivalencia, porque si el homicidio en Villa Alemana del profesor de 70 años corresponde a un robo con violencia, lo ocurrido en la Población Montedónico, de Playa Ancha, tiene alcances más cercanos a la pelea entre pandillas y por ello corresponde a una disputa localizada geográficamente, con liderazgos establecidos y una sucesión de hechos previos que se puede reconstruir hasta rastrear el origen de la violenta pugna. Es decir, es un caso arquetípico para el recién creado Consejo Regional Contra el Crimen Organizado, cuyo trabajo central, como lo dijo el subsecretario del Interior, Manuel Monsalve, es "reunir a todas las organizaciones del Estado que tienen capacidades y mandato legal para fiscalizar, controlar o perseguir el delito, (...) para identificar y desarticular organizaciones criminales que se dedican al narcotráfico, al tráfico ilegal de armas, a la trata de personas, al contrabando, que son, en definitiva, los delitos que llevan la violencia a las poblaciones de nuestras regiones". Del éxito de ese trabajo depende que la ciudadanía perciba que las policías y organizaciones vinculadas a la persecución penal -en definitiva, el Estado- tienen un control efectivo sobre el territorio, pero es probable que los resultados en este ámbito tengan un horizonte de largo plazo. La situación, empero, demanda acciones urgentes y concretas, capaces de dar seguridad a los habitantes de aquellos barrios más aquejados por las peleas entre bandas, como Playa Ancha, que ha sido escenario de varias vendettas y homicidios por encargo relacionados con el narcotráfico y el crimen organizado. Hay parlamentarios que proponen una intervención policial directa en el aquejado cerro porteño. Otros plantean un trabajo de base capaz de involucrar a los vecinos. De forma esporádica y sin coordinación real, ambas fórmulas han sido probadas en distintas épocas, pero sin una actividad sostenida en el tiempo -para lo cual se requieren recursos suficientes-, los resultados se evaporan rápidamente. ¿Con qué resolución, rapidez y profundidad abordará el problema la delegada presidencial que tiene a su cargo las tareas de seguridad pública? Playa Ancha está atenta a esa respuesta.