Las Salinas, el debate que viene en Viña
La decisión del Comité de Ministros sobre el predio de Copec en Viña abrió la discusión sobre qué destino debe tener ese terreno frente al mar.
Aunque en un extenso mensaje por redes sociales, ante los periodistas congregados para cubrir una revisión a las ramadas en el Sporting y en una entrevista radial, la alcaldesa de Viña del Mar, Macarena Ripamonti, se mostró satisfecha y dio indicios de que dialogó con el Gobierno la resolución final (o al menos, que su ultimátum al Presidente no fue en vano), lo cierto es que la aprobación del Comité de Ministros al plan de remediación ambiental presentado por la Inmobiliaria Las Salinas -filial de Copec- para limpiar un extenso terreno ubicado frente al mar y conocido informalmente como paño expetroleras, fue un golpe duro a los argumentos que la jefa comunal y algunos grupos afines al actual municipio han levantado como mantras incontestables en los últimos años, entre ellos que el uso de bacterias para acelerar la remoción de hidrocarburos representa un peligro para la población.
La oposición que siempre mostró la alcaldesa ante la propuesta de Las Salinas alcanzó niveles poco razonables para una autoridad pública y, en su obstinación, nunca quiso recibir a los ejecutivos de la inmobiliaria que en numerosas oportunidades se mostraron abiertos para explicarle a ella, su equipo y a quien quisiera escuchar los detalles del plan de remediación. Ripamonti tampoco se reunió con los especialistas que asesoran a la empresa, todos connotados científicos regionales que cuentan con el respaldo de sus planteles, entre ellos el profesor de la USM Michael Seeger, doctor en Ciencias, mención Bioquímica y Biología Molecular, cuyas 10 publicaciones indexadas no alcanzaron para convencer a la autoridad viñamarina sobre los beneficios del sistema propuesto. Ante la evidencia expuesta en los estudios, Ripamonti no opuso argumentos científicos o especialistas equivalentes y prefirió plantar en la comunidad viñamarina una duda sobre las intenciones reales de la empresa dueña del terreno. Esta forma perniciosa de llevar adelante el debate público en torno a una iniciativa que importa a todos los habitantes de la Ciudad Jardín distorsiona los elementos de juicio que debe ponderar la ciudad al momento de tomar la decisión más importante en este tema: qué hacer con/en esas 16 hectáreas de terreno.
Para Copec, uno de los objetivos del plan de limpieza era levantar las restricciones que impiden un desarrollo inmobiliario en el predio. Sin embargo, en su decisión, el Comité de Ministros estableció una modificación a la Resolución de Calificación Ambiental, desestimando esa posibilidad inmediata. Esto abre un espacio para discutir en profundidad y con transparencia ante la ciudad las alternativas disponibles. Y aunque ya nadie se imagina en el lugar el conjunto de torres de 40 pisos propuesto por el empresario Abraham Senerman hace una década, la pregunta de fondo es cómo participarán en esa reflexión el municipio, sus autoridades y las organizaciones que desde el principio han planteado sus ideas como si fueran de toda la comuna. Hay algo más. La calidad del debate en torno a este terreno y la fórmula que finalmente defina su uso son cruciales, porque con una remediación ambiental que se extenderá por unos cinco años, es probable que las decisiones del último tramo estén en manos de las autoridades regionales y municipales que surjan de unas próximas elecciones, con una reconfiguración de fuerzas que podría ser diametralmente distinta de materializarse la idea del voto obligatorio para todos los comicios.