Bomba de tiempo tras récord de campamentos
La Región de Valparaíso detenta el primer lugar nacional en un catastro de asentamientos de viviendas irregulares. Regularizar estos asentamientos es una solución parcial, pues muchas veces se ubican en espacios peligrosos que no son aptos para vivienda y menos para urbanización.
Valparaíso detenta el triste récord de ser la región con mayor cantidad de campamentos del país. Los asentamientos irregulares totalizan en todo el territorio 1.091; de esa cantidad, 255 son de nuestra región y 73 de ellos son nuevos.
Esta cantidad refleja la vieja crisis habitacional que afecta al país y que ningún gobierno ha logrado resolver. Reafirmando esta realidad, el consejero regional Manuel Millones sostiene que "las políticas habitacionales de todos los gobiernos han fracasado y esta administración va en el mismo camino si no hace cambios profundos".
De acuerdo a un catastro realizado por el Ministerio de la Vivienda, con apoyo de un programa de las Naciones Unidas, entre los motivos que han llevado a las personas a residir en campamentos, un 55% afirmó que por bajos ingresos, un 47% por el alto costo de los arriendos, un 21% por desempleo y un 19% para dejar de ser "allegados". Además, está el crecimiento de la población y la presión de la migración.
Para el diputado Andrés Celis (RN), es necesario "generar las condiciones que permitan acceder a las viviendas, pero por otro lado que se despejen las tomas de terrenos, que son una bomba de tiempo en términos de seguridad y también de dignidad". Bomba de tiempo, pues los campamentos están amenazados por incendios, derrumbes y malas condiciones del tiempo. Además, se pierde allí la dignidad por falta de servicios básicos, exponiendo a los residentes a graves problemas de salud. También está el problema de la distancia a puntos de trabajo, abastecimiento, educación y centros de salud. Todo ello junto a la precariedad misma de las construcciones que impide una mínima independencia y la posibilidad de desarrollar una vida familiar.
La irregularidad misma de los campamentos encierra graves problemas, como la delincuencia que explota la necesidad de vivienda y ocupaciones que frenan iniciativas de servicios sociales. Tal es el caso de la toma de un terreno en Miraflores Alto que impidió la construcción de un importante centro de salud.
Regularizar estos asentamientos es una solución parcial, pues muchas veces se ubican en espacios peligrosos que no son aptos para vivienda y menos para urbanización.
El problema exige una acción creativa y audaz, con inversión pública en la construcción de nuevas viviendas, recuperación de antiguas, ocupación de espacios urbanos de calidad y de baja utilización, subsidios realistas que estimulen el ahorro privado, autoconstrucción asistida…En fin, en la solución del problema, que no se puede eludir, hay espacios para todos. Para el Estado y para los privados, aprovechando también la oportunidad de generar fuentes de empleo. Y en primer lugar, no se puede olvidar que tras esos campamentos y ocupaciones ilegales hay seres humanos que sufren y que no se pueden seguir manteniendo en la marginalidad.