LA PELOTA NO SE MANCHA La banda detrás de la bandita
Aunque tardó más de lo esperado, finalmente Deportes Magallanes consiguió con su último triunfo el ascenso a la (mal) llamada división de honor. Al final, no se produjo el milagro que esperaba Cobreloa (y el director de este diario) y "Manojito de Claveles" está de vuelta.
Con un estadio lleno, papeles al viento y familias abrazándose emocionadas después de años relegadas al olvido, el equipo de Nicolás Núñez recuperaba su sitial. ¿A quién podría molestarle el éxito de Magallanes? ¿A quién podría incomodarle este nuevo título del primer campeón del fútbol profesional en Chile, padre de Colo Colo, símbolo de la fraternidad chileno-argentina y poseedor de una de las hinchadas más enternecedoras de nuestro deporte con esa mítica bandita? La verdad es que a mí.
Lo digo en serio, detrás de toda esta challa y cuando se callan los bombos y platillos, aparece -de alguna manera- uno de los cánceres del fútbol chileno. Me refiero, en específico, a la propiedad de los clubes a manos de los representantes de los futbolistas.
Para el caso de Magallanes su propietario y presidente es Cristián Ogalde. Él tomó el club el 2018, después de haber estado en Deportes Santa Cruz. Este nombre quizás no le suene, pero sí el de Claudio Bravo, el mejor portero chileno de todos los tiempos. Bravo es uno de los representados por Ogalde, junto a jugadores como Eduardo Vargas y Carlos Villanueva.
¿No es raro que alguien sea presidente y representante de jugadores a la vez? Ogalde ha reconocido abiertamente esta doble militancia y para él es sólo parte de una buena gestión en el fútbol.
El asunto se vuelve un poco más complejo cuando vemos el modus operandi de los representantes. Este es similar al de una pesca por arrastre, de un montón de figuras uno o dos serán suficientes para asegurar su futuro y el del jugador. Pero hay otros que quedan en el camino y nadie se hace cargo de ellos.
Recuerdo el caso de Martín Arenas, el niño maravilla del Cerro Barón. Después de un periodo de enorme productividad en la cantera de Santiago Wanderers (Claudio Núñez, David Pizarro, Reinaldo Navia y Joel Soto), entró el equipo en una fase de sequía, hasta que apareció este promisorio volante a quien se le brindaron todos los medios para que fuese su nueva estrella. En eso estaban, cuando Cristián Ogalde, su representante, el 2015 se lo llevó a España antes de que cumpliera 18 años, impidiendo que firmara su primer contrato profesional con el club que lo formó. Nadie sabe para quién trabaja.
Con 17 añitos, quién se podría negar a cruzar el Atlántico para jugar en el submarino amarillo y enfrentar jugadores de la talla de Lionel Messi y Cristiano Ronaldo. Cambiar Mantagua por la Ciudad Deportiva José Manuel Llaneza, Las Torpederas por la Playa Norte de Peñíscola y las chorrillanas del Jota Cruz por el conejo con caracoles.
Pero el cuadro pintado por el actual dueño de la Academia era bastante más colorido de lo que, en realidad, le tocó vivir. El chico Arenas deambuló tres años en las filiales del equipo, sin poder ganarse un puesto en el plantel adulto. A tal punto llegó el desinterés de los hispanos que lo mandaron de vuelta a Chile el 2017. Se suponía que la iba a romper en Universidad de Chile, pero no jugó un solo partido. Pasó a Magallanes y este año llegó a Melipilla donde tampoco funcionó. Terminó siendo cedido a Lautaro de Buin de la segunda división del fútbol chileno.
En un abrir y cerrar de ojos, Arenas, en vez de ser la figura en el derbi del Villareal contra el Valencia, terminó disputando los clásicos de Maipo contra Tricolor Municipal de Paine. Este es uno de muchos casos y nos revela la otra cara de los representantes, la menos amable, con los jugadores y con los clubes.
Es cierto, como hemos dicho que Cristián Ogalde, por lo menos, ha tenido la decencia de transparentar su vínculo con Magallanes. El resto de la banda, en cambio, oculta su propiedad en los clubes a través de sociedades truchas o palos blancos. Operan en la clandestinidad representando jugadores, siendo dueños de los clubes y por qué no amañando resultados según su conveniencia. Compran y venden clubes y jugadores como si se tratase de cualquier mercancía.
Los hinchas y socios de estos equipos, bien gracias. Hoy están felices, pronto se darán cuenta de que a estos representantes lo único que les interesa, a propósito de Magallanes, es hacerse la América.