Esta es vieja, pero buena. Y tiene que ver con la génesis de la resistencia que terminó por desbancar a Virginia Reginato de Viña del Mar. Todo se remonta a la victoria del diputado Jorge Brito Hasbún el año 2017, lo que le permitió no solamente a él llegar hasta el edificio de Av. Victoria s/n en Valparaíso, sino que también sacó del clóset político a varios de sus amigos y asesores abogados y licenciados en Derecho. Así, desconocidos militantes, como la hoy alcaldesa Macarena Ripamonti, figuraban como personal de apoyo del diputado Brito hasta junio de 2020, junto a otros nombres como Patricio Rojo y Paulina Mardones, hoy flamantes asesores del propio Municipio. Fue en las oficinas del diputado Jorge Brito que se diseñó la estrategia que le permitiría a Revolución Democrática llegar hasta Arlegui 615 de la mano de la entonces desconocida Macarena Ripamonti, quien comenzaba a hacerse visible por medio de su didáctica forma de explicar el proceso de construcción de una nueva Constitución en los medios, específicamente en el programa Mentiras Verdaderas de La Red, conducido por Eduardo Fuentes, y donde incluso llegó a tener un microespacio llamado Ripamonti responde. Toda la estrategia estuvo a cargo del exasesor estrella de la propia Ripamonti, el hoy caído en desgracia, Janna Sakalha, cuyo olfato político sumado al talento innato de la exestudiante de Derecho de la Universidad de Viña del Mar (UVM) terminó por tocar la tecla correcta en el electorado.

Pero toda esta historia pudo ser muy diferente.

El plan original diseñado por el diputado Brito y el exvicepresidente de la Convención Constituyente, Jaime Bassa (un excéntrico abogado constitucionalista, jefe de carrera de la misma UVM, conocido por ir sin corbata al Congreso y ser increpado por ello, vocalista del grupo Rábula, banda de la cual lo echaron después del plebisicito) era que la joven y brillante abogada, también pareja de Bassa, Hiam Ayllach, hoy flamante directora jurídica de la misma municipalidad viñamarina), fuera la candidata a alcaldesa para desbancar a Virginia Reginato. Pero si hay un par de cosas que nunca están en los planes de nadie, esas son el amor y la vida: en pleno año de despliegue territorial Hiam Ayllach quedó embarazada, lo que obligó a buscarle de manera urgente un reemplazante.

En ese minuto fue que Janna Sakalha realizó la más brillante de sus jugadas y recomendó a la tímida pero muy matea licenciada Ripamonti. A las dudas iniciales les siguió la certeza de haber dado con la candidata adecuada, como pudo verse en los cerros de la ciudad y durante las primarias del Frente Amplio en noviembre del año 2020, cuando Ripamonti derrotó con el 65% de los votos al hoy concejal Alejandro Aguilera, de Convergencia Social (18.4%), y al director jurídico de Jorge Sharp en Valparaíso, Nicolás Guzmán, del Partido Liberal (17%).

Después de las municipales de mayo de 2021, cuando Ripamonti se impuso con el 38% de los votos a Andrea Molina, Marcela Varas, Rodrigo Vattuone y otros seis candidatos (incluyendo a la exshowoman Marlen Olivari), Ayllach, quien hoy disfruta de su pequeña hija, y que procedía del estudio Del Villar, del Senado como asesora de Juan Ignacio Latorre, y de la propia UVM en cargos académicos, se integró como directora jurídica del municipio, donde su relación nunca terminó de cuajar con Sakalha y cuyo desgaste fue uno de los grandes condicionantes que terminaron con la salida del abogado.

El futuro no está claro. Por una parte, Ripamonti se inclina por repostular a un segundo período en la Ciudad Jardín. También ha pensado en el Congreso, sitio mucho más cómodo y menos expuesto. Me dicen que mucho de ello depende de lo que haga Jorge Brito, quien podría decantarse por ir al Senado (desafiando a Latorre) o hacer lo que siempre ha querido y dedicarse a la gestión, cuya apuesta sería nada menos que ir como candidato a alcalde por Valparaíso, camino que podría quedar completamente despejado si, como se comenta, el Tribunal Electoral Regional evacua finalmente el fallo por notable abandono de deberes que inhabilitaría políticamente a Jorge Sharp por un lustro. Sus rivales, entonces, serían la concejala y candidata de La Moneda Camila Nieto (CS) y la carta del mismo Sharp, Zuliana Araya (Ind.)

Y ya que estamos en ésta, ¿por qué no Hiam Ayllach?

Ayllach, la alcaldesa

que no fue, pero...

"Es la economía, estúpido" es una frase que forma parte de la cultura popular, aunque pocos saben su origen. En 1992 George H. Bush lo tenía todo para ser reelecto presidente de los Estados Unidos: su país venía de vencer en la guerra del Golfo Pérsico y había terminado la Guerra Fría con la caída del Muro de Berlín en 1989 y la desintegración de la URSS en 1991. El presidente llegó a tener un 90% de aprobación.

Sin embargo, el candidato demócrata Bill Clinton dio vuelta la elección, empleando eslóganes con mensajes claros y simples para la ciudadanía. Uno de ellos era "la economía, estúpido", diseñado por James Carville, el principal de sus estrategas electorales.

La dependencia entre economía y sociedad es algo que ya había anticipado Guy Debord en varias de las 221 tesis de La sociedad del espectáculo (1967), pero lo que el pensador francés apenas alcanzó a vislumbrar fue la globalización, esto es, la interdependencia absoluta entre los Estados y la economía mundial. La globalización dio origen a una nueva época dorada para la humanidad, pero como todo tiene un final, ahora asistimos al fenómeno contrario: la desglobalización, en medio de una crisis económica de proporciones más que insospechadas.

En la década de los 70 del siglo XX, hubo una crisis global en la producción y precio del petróleo, debido, entre otras razones, a la decisión de la OPEP de no exportar el hidrocarburo a los países que apoyaron a Israel en la guerra de Yom Kipur, y al conflicto bélico entre Irak e Irán. Los bancos centrales subieron la tasa de interés hasta niveles históricos. Como la deuda pública y privada no era significativa en los Estados Unidos, Japón y las principales economías del mundo, no hubo mayor presión inflacionaria a mediano plazo, aunque los efectos en varios países latinoamericanos fueron devastadores.

En el caso de la crisis hipotecaria de 2008, el problema fue inverso: lo afectado no fue la oferta, sino la demanda debido al alto nivel de endeudamiento. Para reactivar la economía algunos gobiernos se vieron en la necesidad de rescatar a la banca privada, y los bancos centrales bajaron la tasa de interés. Nuevamente, el riesgo de inflación para las economías desarrolladas fue acotado. Al revés, hubo deflación.

La crisis económica actual combina lo peor de ambos mundos: es de oferta antes que demanda, y se da en un contexto de altísimo endeudamiento. Muchas Pymes han quebrado y los grandes consorcios han despedido a buena parte de sus empleados (Meta, Twitter, Amazon, Walmart), reduciendo costos y reemplazando a la mayoría por inteligencia artificial.

Por su parte, el endeudamiento público y privado aumentó de un 200% en 1999 a un 420% del PIB en las economías avanzadas, más alto que en la Gran Depresión y en la época posterior a la Segunda Guerra Mundial.

El futuro no es auspicioso: existe un riesgo real de colapso de la economía mundial y, con ello, el fin del mundo civilizado como lo conocemos.