El intendente tiene la culpa de todo
Bien sabemos que la autocrítica nunca ha sido una virtud en la centroderecha, pero no hacerse responsables del fracaso ya es simple cobardía.
La estrepitosa derrota de la centroderecha el último fin de semana pareciera tener una multiplicidad de explicaciones que aún nadie se ha animado a sistematizar. Muchos de los candidatos derrotados (Manuel Millones, Ricardo Urenda, entre otros) e incluso alguno ganador (Raúl Celis) han dirigido sus críticas al mezquino rol jugado por el intendente Jorge Martínez, quien no habría cumplido a cabalidad con su tarea de ordenar al oficialismo, principalmente en las elecciones municipales.
Con todo, hay quienes no han querido ver otras variables, como el lastimoso espectáculo vivido en Viña del Mar, comuna en la cual se alargó hasta lo indecible la nominación de un candidato, a la espera de despejar los impedimentos de reelección de Virginia Reginato, incluso apelando a la justicia para intentar torcer la ley promulgada en el Congreso. Tras ello, cabe recordar, el alineamiento con la nueva candidata Andrea Molina (visada a última hora por Chahuán y los hermanos Celis, pero nunca por el municipio y el triste Evópoli) jamás fue tal. Prueba de ello es que el comando dirigido por Samuel Chávez terminó quedando a la deriva entre errores propios y ajenos (basta recordar el silencio sobre "Manam", la presencia de Javier Gómez o la inclusión a última hora de "rostros" que no representaban a nadie, sobre algunos de los cuales ni siquiera lograron conseguirse una foto a color).
Otro factor relevante fueron las "encuestas", supuestos sondeos hechos por los partidos y jamás vistos por nadie, según los cuales convencieron a Carlos Bannen de que ganaba "por 350 votos" en Valparaíso o al propio Luis Rivera, de que esta vez sí podría imponerse en Concón. Sobre la primera comuna, se sabía que una posible victoria sobre Jorge Sharp era bastante difícil (pese a que algunos, como Germán Pérez, le tenían más fe a Bannen en el Puerto que a Molina en Viña); pero la segunda merece un párrafo aparte, no tanto por el resultado, sino por la irresponsabilidad de haberla convertido en campo de experimentos políticos.
Todos lo sabían y muchos lo dijeron: levantar una primaria con Jorge Valdovinos, perderla, luego desconocerla, dejar de lado a Rivera y poner sobre la mesa otros dos candidatos (Urenda y Pablo Rojas), fue entregarle -una vez más- la comuna en bandeja a la izquierda. Del preciso minuto en que las decisiones comenzó a tomarlas la jefa de la unidad regional Subdere, Susanne Spichiger, y que los diputados UDI se dividieron entre Urenda y Rivera, se comenzó a perder la municipalidad, una de las tres en las cuales ganó Evelyn Matthei en 2014 (junto a Vitacura y Colchane) y que increíblemente no es capaz de dejar de lado las miserias propias para ponerse de acuerdo.
Otros fails, tales como la apuesta por José Sabat junior en Villa Alemana, Amelia Herrera en Quilpué, Rodrigo Martínez en Casablanca o Javier Puiggros en Olmué, son más ejemplos de que no hubo voluntad ni responsabilidad a la hora de designar candidaturas.
Por último, y respecto de los partidos, no se ha visto autocrítica alguna por parte de tiendas como Evópoli, que básicamente inscribió como candidato a quien pasara por su vereda, no importándole sus antecedentes ni cualidades, estrenando el regreso de los troles a Pedro Montt para beneficio de Sharp y con su máximo (y único) representante regional, Pablo Kast, instalado hace casi dos años en su fundo de Chanco, en la Región del Biobío. También fallaron RN, golpeado por la desafección de Chahuán (¡qué mal timing para amurrarse tuvo el senador!); la UDI, con sus querellas internas que solo restaron; y esa entelequia que es el PRI.
¿Y ahora nos quieren vender que la culpa es de Jorge Martínez?