El rol municipal en una lucha que es de todos
Se echa de menos una acción rápida en la caducidad del comodato entregado a un exjugador condenado hoy por tráfico y armas, y detenido en enero de 2022. No se ha probado vinculación de la Municipalidad con el ilícito, pero en este caso las señales y reacciones son importantes, especialmente cuando la droga es uno de los factores dominantes en la crisis de seguridad que castiga al país.
Joel Soto, destacada figura del fútbol nacional como exjugador de Santiago Wanderers y exintegrante de la Selección Chilena, fue condenado a 12 años de presidio efectivo por tráfico de drogas y posesión de armas de fuego y municiones. Mal ejemplo de un deportista, cuya conducta debería dar señales de una vida sana y de las ventajas del deporte que, en ocasiones, resulta una actividad rentable que logra rescatar a muchos jóvenes que se encuentran en condiciones vulnerables.
Sin embargo, Soto, pese a las ventajas que ya había logrado, cayó en la trampa de la droga y, consecuentemente, de la violencia, que se traduce en la posesión de armas de fuego que, finalmente, resultan letales. Conocido el caso se reveló un hecho que es inquietante: aún en su condición de condenado y recluido se mantiene como titular del comodato de un predio municipal situado en el sector Miramar de Playa Ancha. Este comodato se origina en 2014 y tenía un plazo de 10 años, lapso durante el cual Soto administraría el espacio como centro de actividades deportivas. El convenio, pese al proceso y posterior condena, se mantiene vigente a la fecha.
Consultada la Fiscalía, se afirmó que "respecto de la Municipalidad de Valparaíso, si bien fue una arista que se abordó a lo largo de la investigación, no se pudo determinar la existencia de algún delito relacionado con la casa consistorial". Dicen que no existió lavado de activos ni tráfico de drogas en el recinto municipal entregado en comodato, pese a las escuchas de la PDI. Se estableció, además, en la investigación del Ministerio Público que la relación de Soto con la droga comienza en la pandemia, en consecuencia, el problema es posterior al inicio del comodato de 2014.
Por su parte, la Municipalidad de Valparaíso comunicó que se estudia un nuevo modelo de administración de ese espacio buscando el beneficio de organizaciones deportivas y vecinales. El cambio necesario, sin embargo, aparece como tardío, pues faltó una reacción inmediata una vez conocida la vinculación del exjugador con el mundo de la droga, noticia hecha pública en enero de 2022, hace más de un año.
No se ha probado vinculación de la Municipalidad con el ilícito, pero en este caso concreto las señales y reacciones son importantes, especialmente cuando la droga es uno de los factores dominantes en la crisis de seguridad que castiga a todo el país y, trágicamente, a la Región de Valparaíso.
Las municipalidades tienen un rol en la materia y deben ejercer sus facultades por limitadas que sean. El Concejo, tal como el que le antecedió y al que tanto criticaron, no está haciendo su trabajo como corresponde. En este caso preciso, deben existir mecanismos jurídicos que permitan la caducidad del contrato aún vigente y avanzar en un nuevo modelo de gestión para un espacio que, dejando de lado el caso Soto, se convierta en un aporte activo en la liberación del cepo de la droga que tiene apresados a tantos jóvenes.