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no han adoptado" una opción.

¿Cómo votarían esas personas? ¿Blanco, nulo? "Puede ser", señala el analista. "En el plebiscito del año pasado, un número importante de ellas rechazó, pero después otro grupo significativo anuló o votó en blanco en la última elección de mayo. No tenemos historial de conducta".

Educación ciudadana

El director ejecutivo del IES coincide en parte con Callís en cuanto a que el universo de estos electores puede estar determinado por factores como "la desinformación y desinterés respecto del nuevo proceso; la frustración y descrédito de lo constitucional provocados por el fracaso de la primera Convención" y la pérdida de la capacidad predictiva de las encuestas en este nuevo escenario.

Raúl Burgos piensa que la indecisión puede ser atribuible "a una crisis de representación que genera una adhesión clara a un proyecto político específico, al problema de la desconfianza política que provoca distanciamiento de las instituciones del sistema político, y también a un bajo nivel de cultura ciudadana que nos haga pensar en la importancia de participar, cuidar y mejorar nuestra vida en comunidad".

A ello añade la forma en que se ha desarrollado el proceso constituyente, lo que incluye "la dificultad de entender la variedad de temas que involucra la Constitución; la falta de una política de educación ciudadana en esta materia y el cansancio natural de las personas sobre este tema luego de la experiencia anterior".

"Creo que se debe a que son nuevos electores y no tienen tradición ni cultura electoral, a la obligatoriedad del voto, y a la desinformación que hay sobre el proceso constitucional y el cero encantamiento de éste en la ciudadanía. También a la excesiva cantidad de votaciones que se ha tenido durante el último tiempo, lo que sólo viene a demostrar la desilusión y fatiga de la sociedad con los procesos políticos y con éstos mismos también", opina por su parte Daniela Campos Letelier.

Proceso con problemas

Una interrogante vinculada a la capacidad de predicción de los estudios de opinión es si la gente le miente a las encuestas, y eventualmente quienes se declaran indecisos podrían haber adoptado ya su decisión electotal. Están los casos de la elección de Donald Trump, del plebiscito sobre los acuerdos de paz en Colombia y del Brexit en el Reino Unido.

No es que la gente mienta, sostiene Axel Callís. "Lo que pasa es que hay un grupo de personas que cuesta mucho encuestar en Chile, que son sectores muy vulnerables, muy empobrecidos, que viven en campamentos y que son casi inencuestables desde el punto de vista técnico".

El director de Tuinfluyes.com señala que ese grupo "va a quedar siempre fuera de las encuestas mientras este país sea subdesarrollado, porque no cuenta con plan telefónico estable, no tiene minutos para contestar la encuesta, si lo llaman no responde y no puede ser encuestado cara a cara porque vive en lugares donde no aparecen las manzanas…qué decir del sector rural, es inencuestable también".

Daniela Campos Letelier: "Existe la teoría del Espiral del silencio de Elisabeth Noelle-Neumann, donde las personas prefieren sumarse a la opción que dice la mayoría en su alrededor en vez de decir la que piensan realmente por miedo a ser rechazados y quedar aislados, pero como en la urna entran solos o solas nadie sabrá por quién votaron. Ahí puede existir una diferencia en la toma de decisión y cómo se comunica la decisión públicamente".

Voto obligatorio Claudio Alvarado duda de que se trate de mentiras directa o mayoritariamente, "sino más bien de una dificultad de las encuestas para captar las preferencias de los votantes en un contexto como el actual, cuestión agudizada por la incorporación de los nuevos electores".

"Puede ocurrir que las personas no digan realmente lo que piensan al momento de responder una encuesta, pero también hay que considerar otros factores", complementa el director ejecutivo del OHP-PUCV, quien menciona en esa línea el diseño e implementación de las encuestas: "evaluar cómo se llevan a cabo, el tipo de preguntas que se formulan o bien si los encuestados son representativos de las distintas realidades que existen en el país".

También se debe considerar en su opinión el diseño institucional. "Por ejemplo, la obligatoriedad del voto hace que participen personas que no lo han hecho antes, y eso impide que podamos representar a través de las encuestas las preferencias del electorado", así como "la crisis de representatividad -o la liquidez de las identidades políticas- que produciría cambios repentinos o de último momento en las posiciones de las personas".

Axel Callís aporta un elemento vinculado a la adaptación de los métodos de investigación y recopilación de datos al nuevo escenario de la obligatoriedad del voto. "Yo diría que en Chile estamos con un problema de ajuste todavía, porque en los últimos 10 ó 12 años las encuestas se afinaron mucho para el voto voluntario, y ahora con el voto obligatorio va a costar encontrar modelos para poder encuestar a todo el mundo. Los nuevos votantes obligados, no votantes o abstencionistas son tres millones 97 mil personas, el Servel ya lo dijo", plantea.

Veda de encuestas

Finalmente, hay discrepancia acerca de la prohibición de publicar encuestas dos semanas antes de las elecciones.

Daniela Campos Letelier apoya la norma y dice que "ganan los electores sin tanta especulación de números, no se recargan de sobreinformación, y pierden los políticos y los estudios de opinión, pero públicamente, ya que los estudios los harán igual en privado".

Sus colegas varones están en contra. Para Axel Callís "es absurda, pierde la ciudadanía que no puede tomar una decisión informada y en las redes sociales todo se filtra".

Para Claudio Alvarado "no tiene mayor sentido, enreda más el escenario y aumenta la desinformación, los rumores, las encuestas supuestamente privadas a las que sólo acceden unos pocos. Parece razonable establecer una veda en los días inmediatamente previos a la elección, pero 15 días antes resulta incomprensible y arcaico".

Raúl Burgos: "Las encuestas constituyen un insumo fundamental para recopilar información de utilidad". Plantea que todas las candidaturas podrían verse beneficiadas en caso de tener datos en días previos a la elección, y los resultados de las encuestas podrían influir en las definiciones de la ciudadanía.

Pero antes, subraya, "habría que discutir respecto al rol que las empresas encuestadoras y los medios de comunicación tienen en el manejo y difusión de esta información". 2

En la última elección hubo unos 2.6 millones de votos nulos, lo que significa que ahora puede pasar lo mismo".

Lo más honesto es reconocer que nadie tiene certeza sobre quiénes son exactamente, ni cuándo decidirán su voto".

En este proceso hay un gran número de personas que no se sienten atraídas, vinculadas ni motivadas para ir a votar".

Si el número de indecisos es alto y hay voto obligatorio, su participación puede cambiar el curso de la elección".

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NO SABE NI RESPONDE

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Hasta antes de la veda -y también después, para ser sinceros -se reportaron muchas encuestas que sugieren un acortamiento de la brecha entre las opciones del plebiscito y, además, un amplio grupo de indecisos que definirían el resultado del 17 de diciembre próximo.

Pese a que sería interesante ahondar en una interpretación de estos datos, la situación se vuelve cuesta arriba por una serie de aspectos. Quizás el más importante diga relación con que la gran mayoría de encuestas que preguntan por intención de voto no difunden públicamente sus datos. Por cierto que las distintas organizaciones están en todo su derecho de mantenerlos privados, pero es imposible no mirar con suspicacia esta decisión.

En un mundo ideal, podríamos disponer de la información levantada, identificar problemas y realizar una serie de análisis para conocer un poco más sobre la realidad que reportan. En ese óptimo, también, tendríamos transparencia -muy necesaria en el debate sobre asuntos públicos- y amplia publicidad, entendiendo que es la única manera de progresar y sofisticar las técnicas utilizadas, sometiéndolas a las críticas y a los consejos de los pares. Hoy, nada de eso es posible, lo que solo deja en evidencia varios desafíos presentes en la industria.

Pero, además, hay otros asuntos que también dificultan teorizar en torno a esos pdfs que son difundidos masivamente por grupos de Whatsapp y redes sociales.

Al mirar la larga serie de resultados reportados, una hipótesis podría descansar en el "silencio". Bien sabemos que existen opciones políticas que (aunque mayoritarias) no forman parte del clima de opinión dominante. Esto generaría presión en algunos encuestados que, aunque teniendo claro lo que votarán la próxima semana, prefieren declararse indecisos. En mi opinión, hoy ese clima favorece al "En Contra", por lo uno podría hipotetizar que el "A Favor" estaría subrepresentado en algunos sondeos.

Sin embargo, esta no es la única hipótesis plausible ni probable. Lo que muestran otro tipo de encuestas (esas que sí liberan sus datos) es que se estaría generando desde hace varios meses un hastío y fatiga electoral en nuestro país. La gente está cansada -chata, en buen chileno- de discusiones que parecen no llevarnos a ningún lado. Muchos de ellos no se identifican con ideologías, se declaran poco interesados, menos informados y algo distantes de las decisiones públicas.

Ese grupo, en una encuesta, se iría por la opción que los interprete en la desidia, es decir, ese "no sabe/no responde". Pero a la hora de votar, es posible que se decidan por una postura más bien revanchista, negativa y anti-establishment, que otrora se manifestó en un "Rechazo" y, ahora, en un "En Contra". Este punto no es ideológico y, por lo mismo, resulta curioso que, con todo lo que hemos vivido, los análisis persistan en el triunfo o derrota de determinados modelos de sociedad. Gran parte del electorado, sobre todo en el contexto de voto obligatorio, poco y nada se apasiona por estos debates de fondo.

Como se podrá percatar, interpretaciones hay muchas. Algunas de ellas tan plausibles como contradictorias. Por lo mismo, la cautela siempre será bienvenida.2

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Columna de Opinión