Los alcaldes y la crisis de la Provincia
Alcaldes, en su afán de culpar al empedrado y a los enemigos externos, jamás han asumido que parte de la crisis de la Provincia también es responsabilidad de sus omisiones. Iván Poduje, Magíster en Desarrollo Urbano UC
El aumento del desempleo, la caída en las ventas del comercio o el alza de la delincuencia que afectan la provincia de Valparaíso, son sumamente preocupantes, aunque no sorpresivas. Reflejan una tendencia que se viene acentuando hace más de una década, por factores estructurales que relató muy bien Marcelo Ruiz en una columna, pero también por la negligencia y falta de visión de los alcaldes.
Sus faltas suelen taparse por enemigos externos funcionales para esquivar el bulto. El centralismo es el preferido, pero aunque es parte del problema, está lejos de ser la causa principal, como lo demuestra el dinamismo de San Antonio o de las regiones de Coquimbo, Antofagasta y Concepción. Tampoco sirve cifrar esperanzas en megaproyectos que, con suerte, tomarán 8 o 10 años en estar operando o en la entrega de subsidios para ascensores.
Estos enemigos externos no explican el alza de la delincuencia, generada, en parte, por un clima de impunidad respecto al vandalismo o la masificación de la informalidad, que ha sido abordadas con desidia en Viña del Mar y con paternalismo en Valparaíso, sin considerar su fatal efecto en el comercio formal que no sólo genera empleos y tributos, sino que da vida a las ciudades y sus centros.
¿Con que autoridad Viña del Mar puede perseguir faltas o delitos, si su alcaldesa ha sido cuestionada por malos manejos económicos e irregularidades?. ¿Cómo puede Valparaíso perseguir incivilidades o actividades informales, si su alcalde suele minimizarlas o explicarlas como falencias de un modelo que no tiene la más mínima capacidad de corregir?
El modelo es otro enemigo funcional y ahora se han sumado conspiraciones donde participan medios de comunicación, empresarios, arquitectos y cuanto actor salga en algún blog trasnochado. Pero nada de ello explica que la comuna de Valparaíso aun no tenga plan regulador, ni plan de desarrollo comunal o plan de gestión patrimonial; ni que Viña del Mar haya abandonado nuevamente la regulación de los estacionamientos que revientan la Población Vergara, junto a negocios y comercios nocturnos.
Estos enemigos externos tampoco explican que la actividad de la construcción haya sido satanizada por las autoridades, pese que junto al comercio y los servicios, explica buena parte de los empleos que se pierden cada año. Es increíble ver a los alcaldes celebrando con challas y chelas cuando se cae un proyecto de inversión, para después de la resaca, exigir a los empresarios que se cuadren y se pongan las pilas para generar empleo.
En menos de dos años son las elecciones municipales y de gobernadores, lo que debe ser visto como una oportunidad para renovar liderazgos que definitivamente no han dado el ancho. Ediles que en su afán de culpar al empedrado y a los enemigos externos, jamás han asumido que parte de la crisis de la Provincia, también es responsabilidad de sus omisiones, su negligencia y su falta de liderazgo para tomar las decisiones difíciles que necesitamos para salir de esta crisis.