Tras el rescate de un lugar de encuentro
La recuperación de derruido edificio de 1861 abre la posibilidad de la reapertura del tradicional y muy porteño Bar Inglés. Esta iniciativa privada está en consonancia con el nuevo destino del edificio de la Bolsa de Corredores, adquirido por la Universidad Santa María, y con la recuperación del Palacio Subercaseaux de calle Serrano.
Haciendo un ejercicio de política ficción, lo que no es una novedad, pues en política hay mucho de fantasía, el convencional Agustín Squella podría postular para la nueva Carta un artículo que asegurase la supervivencia del Bar Inglés de Valparaíso. Por lo de "inglés" encaja en la moda plurinacional y, además, para Squella se trata de uno de los "lugares sagrados" de Valparaíso.
El mismo abogado, Premio Nacional de Humanidades y profesor de Filosofía del Derecho escribió en alguna oportunidad que "por ahora demos el Bar Inglés por cerrado, pero no por perdido". Acertada afirmación ahora que inversionistas con alma porteña, encabezados por el abogado Ignacio González, se lanzan a la aventura, porque es una aventura, de recuperar el tradicional edificio que albergaba al Bar Inglés. El inmueble perdió el año pasado su fachada que daba hacia la calle Blanco, la cual se desplomó simplemente por vieja y por falta de mantención.
El abogado, junto con ser nostálgico es realista y reconoce que "a simple vista no parece ser tan buen negocio comprar un edificio viejo", pero estima que la iniciativa puede "motivar a otras personas para la inversión en Valparaíso". El proyecto de recuperación del inmueble supone habilitar oficinas en los pisos superiores donde funcionaba una compañía de seguros, hoy inexistente, pero que aún mantiene su letrero, junto con habilitar locales comerciales en el primero. Y ahí aparece la posibilidad de la reapertura del tradicional Bar Inglés, fundado en los años 30 del siglo pasado por el marino austriaco Jacobo Trinkler. Ya hay contactos en ese sentido y hay que recordar que los intentos de recuperar este lugar sagrado, lugar de encuentro, no son nuevos.
En 2017, el empresario Marcos Hume hizo el esfuerzo sin mayores resultados, pese a que se esmeró en la renovación del lugar, pero fue víctima de la creciente decadencia de Valparaíso.
La idea del abogado González y de sus asociados es "poder recuperar ese edificio en lo que era en sus orígenes, un edificio bonito, histórico, de 1861, de los pocos que sobrevivió al terremoto de 1906". La tarea de restauración estará a cargo de la oficina de arquitectos Meneses y Asociados, que tiene experiencia en la materia, y junto con invertir recursos propios "vamos a postular a todos los fondos concursables que existan, con la esperanza que seamos escuchados y podamos trabajar en conjunto".
Esta iniciativa privada está en consonancia con el nuevo destino del edificio de la Bolsa de Corredores, adquirido por la Universidad Santa María, y con la recuperación del Palacio Subercaseaux de la calle Serrano.
En este proyecto, como en otros, es importante el sustento económico, público y privado, la mantención de un marco de seguridad para las propiedades mismas y fundamentalmente para las personas y el respeto a la ciudad que debería ser, para usar un recurrido término, la casa de todos.