Se recuerdan los 458 años de la construcción de una modesta capilla que con el correr de los siglos daría paso a la actual iglesia y parroquia de La Matriz. El templo mismo es el corazón latente del patrimonial Barrio Puerto y en su entorno vive la historia de la ciudad.
Hay hechos trágicos, como incursiones de piratas y el motín del 18 de septiembre de 1859 que dejó decenas de muertos tras un oficio religioso justamente en esa iglesia.
A la vez, en el mismo barrio y en las cercanías de La Matriz vemos hechos precursores de la vida cívica de la ciudad: la creación del Cabildo de Valparaíso el 29 de abril de 1789 y, en los primeros pasos de la república, el funcionamiento del Congreso Nacional.
Paralelamente, en el entorno de la Iglesia se desarrollan las primeras actividades comerciales importantes de la ciudad y se levantan valiosas construcciones para viviendas, oficinas y bodegas. Esa vitalidad fundacional fue perdiendo fuerza. Incendios, terremotos y vaivenes económicos, los mismos que golpearon la ciudad y el país, se hicieron presentes en ese patrimonial sector, pero siguió vivo el espíritu en buena medida gracias a luces de esperanza que partían desde el viejo templo: los pobres del sector recibieron ayuda desde la Parroquia y en las cercanías del templo, hace décadas se instala lo que fue la primera sede del Refugio de Cristo de Valparaíso.
En los últimos años la patente patrimonial que ha ganado el sector ha sido un impulso, para algunos lento, en el proceso de recuperación del barrio, siempre bajo la mirada atenta y generosa de La Matriz, que también acogió a un grupo político que explora nuevos horizontes para la ciudad.
Pero la misma condición patrimonial del área y los propósitos de mejoramiento de la ciudad suponen compromisos que recuerdan tareas pendientes en variados aspectos, como el rescate del Mercado Puerto, largamente dilatado; la concreción del Centro de Neurociencia, mirada al futuro desde la investigación; la recuperación de edificios simbólicos, como el Subercaseaux y el Liberty, materia que inquieta al alcalde Jorge Sharp; y está la cuestión clave de la seguridad para personas y actividades, fundamental en los esfuerzos de recuperación del sector.
En esas tareas el tradicional templo porteño, sus sacerdotes y colaboradores, con su mensaje espiritual y asistencia a los más desamparados, entrega un aporte de aliento y esperanza. Y en medio del ambiente de recuerdo y celebración, el obispo de Valparaíso, Gonzalo Duarte, planteó un desafío y un compromiso: "Hacer un mundo mejor, donde todos tengamos pan, respeto y alegría". Un llamado oportuno desde el viejo templo porteño.